LA OFICINA PRO CAUTIVOS DE ALFONSO XIII
Como muchos os habréis dado cuenta, se cumple el centenario de aquella tragedia que pasó a la historia como Gran Guerra o Primera Guerra Mundial. Una guerra con unos efectos devastadores. Hasta la fecha de 1914, nunca antes se habían movilizado tales cantidades de personas, material y recursos. Durante 4 años, Europa se machacó dividida en dos bloques.
Es muy probable que a lo largo de este año nos bombardeen con información sobre la misma. Pero como Gran Guerra que fue, hay muchos episodios y anécdotas que han caído en el olvido. Y una de ellas fue la Oficina Pro Cautivos española, una labor humanitaria tan increíble como olvidada.
España, como es bien sabido, permaneció neutral a lo largo de todo el conflicto. La debilidad interna (y externa), sumada al riesgo económico y militar que supondría una guerra en el país, movió a los líderes españoles a ser cautos y a no optar por ningún bando. Pero eso, al igual que otras naciones neutrales del conflicto no significaba darle la espalda totalmente a la guerra. España decidió optar por una neutralidad activa.
EL PROBLEMA DE LOS DESAPARECIDOS
La magnitud de la guerra provocó que muchos recursos fueran absorbidos por las actividades militares. Entre estas tareas, el servicio postal no militar quedó relegado a un segundo plano y su eficacia se vio reducida. A esta reducción de la eficacia, se le sumó la nula relación diplomática entre los beligerantes. Los mismos no establecieron ningún marco de actuación en relación al intercambio de prisioneros o la repatriación de soldados en estado grave. Al menos al principio, pues pensaban que la guerra sería corta. Pero como guerra que fue, los muertos, prisioneros y desaparecidos por las acciones militares no hacían más que crecer. Y en mitad de todo esto, muchas familias de las naciones en guerra empezaron angustiarse al no saber nada de sus seres queridos. Sobre todo la angustia de no saber ni su paradero ni si se encontraban vivos o muertos).
Primero probaron a dirigir cartas a sus propias naciones, con escaso éxito. Y ante la dificultad de que los estados beligerantes actuasen al respecto, muchas personas decidieron escribir a los países neutrales. Y fueron varias las naciones neutrales que las recibieron. Las principales fueron Suiza, por ser la sede de la Cruz Roja internacional, España y en menor medida Holanda y Suecia.
ESPAÑA Y LAS CARTAS
Y así, sin comerlo ni beberlo, España empieza a recibir cartas de familiares angustiados. Los mismos suplicaban ayuda para iniciar los trámites para buscar a sus seres queridos o incluso para ayudar al establecimiento de la paz. Y en España surge el debate. Por un lado, si se decide inmiscuirse, corre el riesgo de que sus insistencias molesten a las naciones en guerra y que a la larga eso dañe las relaciones de España con ellos. Pero si se decide a darles la espalda, corre el riesgo moral de quedar como una nación sin escrúpulos. Pero estos familiares angustiados, iban a encontrar un fuerte aliado en la presencia del monarca español de la época, Alfonso XIII.
Alfonso XIII es un rey español con que ha pasado a la historia con más sombras que luces. Su apoyo a la dictadura militar de Primo de Rivera y sus bandazos políticos acabaron con su caída. Pero hay que señalar, que pese a sus momentos oscuros, existen algunas acciones que le honran, como la que vamos a ver.
UNA CARTA DE ESPERANZA
Aunque Europa estaba horrorizada por la suerte de cientos de miles de europeos, ningún jefe de estado se decidía a actuar. Pero a finales de 1914, una mujer francesa dirigió al monarca español una carta llena de angustia. Le pedía que por favor encontrase a su marido caído prisionero en Bélgica. Alfonso XIII, quedó conmovido por el tono de súplica de la misma. Y la consecuencia fue mover la maquinaria diplomática española en favor de la búsqueda de este soldado. Y quiso la suerte o el destino que pasados unos meses se localizase a este soldado con vida. La noticia, trascendió las fronteras de España y tuvo una repercusión muy importante en Francia. ¿Cuál fue la consecuencia? Para muchas familias desesperadas, España pasaba a significar esperanza.
LA OFICINA PRO CAUTIVOS
Ante la avalancha de correo recibido en Madrid, Alfonso XIII decidió en 1915 crear en su palacio un servicio especial. Un servicio que las gestionase y que coordinase todas las acciones necesarias para un proyecto a gran escala. Nacía así la Oficina Pro Cautivos, un episodio diplomático y humanitario que sería en un ejemplo en las naciones vecinas. Para conformarla, el monarca se apoyó en personas de confianza. Su entorno pasaba así a realizar las actividades de recepción y gestión en el palacio. Aquí hay que destacar a miembros de su familia, militares y diplomáticos para realizar las búsquedas fuera del país.
Los objetivos definidos por el servicio fueron principalmente los siguientes:
Auxilio informativo a las familias, vigilancia sobre los campos de prisioneros, fortalezas y sanatorios, servicio de canje de prisioneros y repatriación de heridos graves, registro y análisis de informes y peticiones, archivado y envío de peticiones a las naciones en guerra. Para llevar a cabo su a tarea dividió su actuación en las siguientes secciones:
- Servicio de desaparecidos
- Servicio de información y correspondencia en territorios ocupados
- Servicio de prisioneros
- Servicio de repatriaciones de militares heridos graves o enfermos
- Servicio de repatriaciones de población civil, servicio de internamiento en Suiza
- Servicio de tramitación de indultos
- Servicio de conmutaciones de pena
- Remesa de fondos a individuos o familias que vivían en territorios ocupados y que se hallaban incomunicados durante mucho tiempo en relación con sus familiares
- Informes relativos a visitas de inspección realizadas por los delegados españoles a las embajadas en Berlín, Viena y Roma.
FUNCIONAMIENTO
La forma de actuación del servicio fue principalmente la siguiente. Primero, al palacio del rey en Madrid llegaban las cartas. Personal dedicado exclusivamente a ello se encargaban de dividir la correspondencia por países o zonas de conflicto. A la par se creaba una base de datos y se traspasaba la información a la familia real, a los militares y a los diplomáticos españoles. El caso de la familia real en España jugó una baza importante en las actuaciones. Curiosamente la mujer de Alfonso XIII era británica y su madre era de origen alemán. Esto, más que un problema ayudó a que mucha información llegase a estos países gracias a la red de contactos familiar.
Debido a la importancia de presentar el trabajo de la Oficina Pro-Cautivos bien ante los países beligerantes (y también los neutrales), Alfonso XIII realizó un esfuerzo notable. Se mostró abierto al diálogo y flexible ante las propuestas que le llegaron procedentes de diversos países. Una de ellas, que aunque no se englobó dentro de la oficina si tuvo cierta repercusión, fue la de buscar un entendimiento entre los países debido a la guerra submarina.
LOS MILITARES Y LA OFICINA PRO CAUTIVOS
La tarea de los militares destinados en otros países (tanto como observadores como en acciones diplomáticas) consistió en visitar los campos de prisioneros y los archivos de bajas con el fin de buscar a las personas nombradas en las cartas y de crear al mismo tiempo una base de datos mayor en caso de que fuese necesario. Por último los diplomáticos se encargaban de actuar de enlace entre los militares y España, allanar el camino y presentar este esfuerzo como exclusivamente con fines humanitarios (en algunos países se pensó que podía tener fines de espionaje).
Con el fin de evitar el hundimiento de barcos neutrales, Alfonso colaboró en la creación de un organismo que partiendo de la acción de países neutrales, se encargase de inspeccionar los barcos a su salida y llega a puerto (para señalar que no transportaban armas y evitar caer bajo el fuego de los beligerantes) y de crear un código de señalización de los barcos hospitales. Aunque como medida era un claro paso humanitario hacia adelante, la medida no tuvo mucho éxito, ya que surgieron toda una serie de estratagemas para evitar el control efectivo de la carga transportada.
Aunque uno pudiese pensar que la existencia de una oficina de este tipo era algo muy positivo, la propia oficina recibió críticas en cuanto a sus principios y a su alcance. Ante esto, en numerosos círculos (no sólo en España) el monarca se encargó de recalcar que los principios de su actuación eran la neutralidad activa, socorrer a los hombres no a los estados, ayudar a las familias no a las empresas que comercian con la guerra y rechazar la visión general del nada puede hacerse hasta que acabe la guerra.
LOS NÚMEROS DE LA OFICINA PRO CAUTIVOS
Pero como es lógico, si queremos ver la eficacia de oficina debemos ver los números que tuvo, poniéndolos en relieve con las grandes dificultades para actuar de la época. La oficina, en sus años de existencia (1915-1921) produjo más de medio millón de documentos, atendió propuestas y peticiones sobre más 250.000 prisioneros y desaparecidos (de entre las cuales más de 5.000 correspondieron a repatriaciones de heridos graves), realizó 2609 informes sobre campos de prisioneros de la época y 25.000 sobre familias en territorios ocupados por la guerra. Además gestionó medio centenar de peticiones de indulto de pena capital (siendo la mayoría un éxito) y consiguió repatriar a unas 91.000 personas (principalmente tras el cese del conflicto).
Hay que señalar que tristemente en muchos casos (más del 70%) los expedientes acababan con la expresión “No hallado”. Esto fue debido a que muchas personas acabaron desaparecidas en el terreno, irreconocibles o en fosas comunes junto a miles de otros soldados. A pesar de esta alta cifra de no hallados, no se puede obviar el enorme trabajo llevado a cabo y la cantidad de angustias e incertidumbres con las que consiguieron acabar. El esfuerzo sin duda, mereció la pena a pesar del alto coste que tuvo (más de un millón de pesetas de la época).
Todo el esfuerzo realizado es un claro ejemplo de que las labores humanitarias no requieren miles de personas o un conglomerado de grandes y aparatosas organizaciones, pues basta que un reducido número de personas, con una fuerte convicción y ganas de esforzarse le enseñe al resto lo que se debe hacer. Esta frase conviene retenerla en nuestras cabezas con el fin de evitar en un futuro el rehusar esforzarse porque algo parezca difícil a simple vista, pues estoy casi seguro que los grandes cambios en la historia vinieron de las manos de un reducido grupo de personas.
CONCLUSIÓN
Resulta chocante que este gran esfuerzo haya caído en el olvido, y que los reconocimientos hayan pasado de largo (aunque sí los hubo tras acabar la guerra). Puedo afirmar con rotundidad, que si hay algo puso cordura a una guerra tan larga como brutal, fue la constitución de estos servicios, que trabajando en la mayoría de los casos en unas condiciones precarias, consiguieron un éxito notable. Y para terminar me pregunto, de los cientos de libros que se han publicado y se publicarán en un futuro sobre la Primera Guerra Mundial por parte de autores españoles, ¿Cuántas páginas le dedican o dedicarán a la labor de la Oficina Pro-Cautivos? Hasta la semana que viene.
P.D.: En el siguiente enlace tenéis un documental que televisión española realizó al respecto (emitido también por el canal historia).
Si te ha gustado la entrada, te dejo con un podcast donde desarrollo la oficina pro cautivos de Alfonso XIII. Si no, os dejo con otras entradas sobre la primera guerra mundial