EL DESPEGUE DE LA REVOLUCIÓN
Volvemos la revolución francesa para narrar los principales sucesos que tuvieron lugar entre 1789 y 1791. Os recomiendo que leáis las dos entradas anteriores; Revolución Francesa (I): El camino a la revolución y Revolución Francesa (II): El estallido. Partamos de los hechos del 14 de julio, fecha señalada por la toma de la Bastilla.
AIRE PARA LA ASAMBLEA NACIONAL
Cuando se asaltó la Bastilla, el tercer estado junto a incorporaciones de los otros dos llevaban reunidos varias semanas en una sala aparte en Versalles. Habían jurado no separarse hasta otorgar a Francia una serie de derechos básicos, cosa que hizo saltar las alarmas del entorno del monarca. Y en este momento el rey tomó dos decisiones. Por un lado echar del gabinete al estadista Jacques Necker, un hombre que gozaba de gran popularidad social. Y por otro movilizar tropas para cercar y disolver esta asamblea externa a los estados generales.
La expulsión de Necker sentó muy mal en París y se le ha dado mucho peso en el levantamiento revolucionario. Y cuando parecía que era cuestión de tiempo de que la asamblea caería y las tropas controlarían la situación, París estalló en llamas. Podemos afirmar que los sucesos de julio salvaron a la asamblea y posibilitaron el despegue popular del levantamiento.
¿Cómo reaccionó Luis XVI a este nuevo desafío? El monarca se limitó a esperar acontecimientos y marchó a París el 17 de julio para intentar calmar los ánimos. Para ello, prometió reformas y aseguró estar de parte de su pueblo. A modo de curiosidad, en su visita a la Luis fue a París engalanado con una escarapela el rojo y el azul (los colores de París) y blanca (el color de los borbones). Se cree que aquí encontramos el inicio de la futura bandera tricolor francesa.
EL GRAN MIEDO
Los hechos de París no pasaron desapercibidos en el resto de Francia. Las noticias volaron y esto fue la chispa que provocó el incendio en Francia. La crisis de subsistencias por la mala cosecha, el fervor político de los últimos meses, la rumorología y las promesas de un futuro mejor, hicieron que los galos se lanzasen por las campiñas a rapiñar todo lo que podían.
Se asaltaron castillos, campos, caseríos… La nobleza fue quizás la más perjudicada con ello. Resulta muy llamativo como uno de los objetivos más codiciados además de dinero y comida fueron los registros de impuestos y contratos de “vasallaje”. Al destruirlos, se pensaba que se liberaba a las personas de su sumisión al señor. Esto era muy chocante para la época.
Los temores a estos asaltos y tropelías provocaron gran temor en miembros de los estamentos privilegiados franceses. Es por esto que al periodo se le conoce como “El gran miedo”. Y una primera consecuencia fue el abandono y exilio de algunos nobles.
Pero la violencia sin control acarreaba un problema. ¿Estaba la población preparada para la revolución, o debía ser educada para evitar que degenerase en el peor de los libertinajes?
LAS PRIMERAS MEDIDAS
La mano que movía la revolución sabía que era el momento de actuar. Aprovechando el pavor de la clase alta, empezó a obtener una serie de concesiones como la abolición de algunos privilegios feudales. Esto se materializó en los conocidos como decretos sobre feudalismo de Agosto. Pero sin duda, el documento más famoso y de clara inspiración estadounidense, fue la Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano, firmada el 26 de agosto.
Este documento, reconocía que los hombres nacían libres y con derechos y que la soberanía residía en la nación (y no en el monarca por la gracia de Dios). El paralelismo con EEUU es más que evidente al igual que las ganas de romper con la estructura del Antiguo Régimen.
Otra de las medidas tomadas a posteriori, fue la decisión de oficializar la existencia de una asamblea unicameral, la cual acababa con la cuestión de los tres estamentos reuniéndose por separado.
De nuevo cabe preguntarse sobre la reacción del monarca a todo esto; Lenta y a la expectativa. Y esta pasividad ligada a la rumorología, volvió a jugar en su contra. Los instigadores de la revolución vendieron por las calles de París la idea de que el rey preparaba un golpe con el ejército para acabar con toda la revolución. Además se pensaba que los graneros estaban llenos y que no se liberaba comida para paliar en parte la hambruna del país. Al final, la consecuencia llegó el 5 de octubre cuando miles de mujeres marcharon al Palacio de Versalles en busca del rey y la reina.
Ante tal avalancha, Luis XVI firmó algunos decretos para salir del paso pero pronto descubrió el objetivo de la “visita”. Y es que los parisinos obligaron a que el monarca volviese con ellos a la capital francesa. ¿Por qué? Se ha dicho que la razón principal era alejarlo de su corte. Se pensaba que la misma ejercía una maligna influencia sobre él, y evitaba que pudiese actuar en pos del bien del pueblo francés.
Pero hay otro detalle. Los revolucionarios, al hacerse con el rey, estaban haciéndose con el control del poder en el país. Un rey prisionero no sería un gran obstáculo a los objetivos de la revolución. Esto se confirmó al poco cuando se definió su nuevo rol. Aunque se le otorgaron varios poderes como la elección de algunos ministros y el derecho a veto de algunos decretos, sus poderes no dejaban de ser nominales. Luis XVI había pasado de ser un títere de los estamentos privilegiados, a serlo de la nueva jerarquía que dirigía la revolución.
Recapitulemos. En 3 meses se había hecho prisionero al rey, se habían anulado una serie de privilegios feudales (abriendo las puertas a la meritocracia), se le había quitado al monarca la soberanía nacional a favor de la nación e incluso se había empezado a reconocer la libertad de culto religioso. Sin duda un gran choque. Pero aunque parezca un gran avance, la fragilidad de la revolución era aún muy latente.
UNA ASAMBLEA REFORMADORA
Si recordáis, antes de la revolución el país estaba sumido en una gran crisis financiera. La revolución había empeorado la situación y mucha gente aprovechó para dejar de pagar impuestos y en otros casos los mecanismos de recaudación se habían visto desarticulados por el pillaje y la quema de registros.
La asamblea tras mucho debate afrontó la situación tomando varias medidas. La primera era subastar los terrenos de la iglesia, de gran valor. Como os podéis imaginar, éstos acabaron en manos de gente rica y fue un primer golpe de la burguesía, la cual se hizo con el control de grandes extensiones de valioso terreno. Otra medida fue emitir papel moneda conocido como Assignats. Pero al inundar de repente el mercado con ellos, la inflación se disparó. Pero quizás el mayor esfuerzo vino en el sistema de impuestos. Con el fin de uniformizarlo y simplificarlo se fijaron unas cantidades que deberían pagarse a la nación, anulándose muchos de los privilegios estamentales anteriores. También se suprimieron muchas aduanas internas, lo que a la larga favoreció la aparición de un importante comercio interior controlado por la burguesía.
Y este impulso uniformador no acabó aquí. Francia fue administrativamente dividida en 83 departamentos de tamaños similares y subdivididos en cantones y comunas (este sistema de división aún perdura hoy en día). El sistema legal también se simplificó, creando un sistema nacional donde destacan la abolición de maltrato y castigos físicos y la creación de jurados alejados de la división estamental, los cuales gozaron de gran popularidad. Curioso lo de los castigos, pues poco tiempo después la guillotina se haría muy famosa como pena de muerte.
Pero las medidas no acabaron aquí. Se concertó un sufragio masculino (que aunque incompleto, ya significaba un avance), salieron a la palestra temas como el voto de las mujeres, el derecho a divorciarse y la posibilidad de heredar al mismo nivel que los varones. También se empezaron a tratar los derechos de los esclavos en las colonias caribeñas y la libertad de culto. Incluso en la conocida como Constitución Civil del Clero, se subordinó la iglesia católica francesa al gobierno francés, hecho que causó mucho malestar en el clero.
Sin duda, como vemos, fue una época de muchas ideas, de mucha ebullición. El nuevo orden social quedó reflejado en uno de los lemas más conocidos de la revolución y actualmente del país galo: Libertad, igualdad y fraternidad. Aunque la influencia masónica del mismo es innegable, ha pasado a la posteridad como otro de los símbolos más poderosos de este periodo. Con el fin de crear culto y orgullo a todos estos hechos, el 14 de julio de 1790, primer aniversario del asalto a la Bastilla, se celebró la conocida como la Fiesta de la Federación en los Campos de Marte de París (lugar actual de la torre Eiffel).
Pero no todo era color de rosas. Seguía habiendo cierto descontrol en el país y se criticaba a la revolución que mientras que sí había introducido la libertad de comercio y había abolido asociaciones y gremios, no había cumplido promesas como abolir todos los privilegios feudales y dar sufragio universal al pueblo francés. ¿No os vuelve a resultar esto curioso? Se quitan los resortes económicos que lastraban a la incipiente burguesía pero se incumplen algunas grandes promesas que se habían hecho desde el principio. Llamativo.
Un aspecto que he pasado por encima lo encontramos en los enemigos que Francia se estaba forjando gracias a la revolución. Muchos nobles emigraron ante el caos y empezaron a pedir ayuda a otras monarquías europeas. No hay que olvidar que había borbones por Europa como por ejemplo en España (Carlos IV era primo de Luis XVI). Además las monarquías absolutas del continente no veían con buenos ojos los sucesos franceses. Todo esto sería capital en 1792.
LA HUIDA DE LUIS XVI
Y un buen día de junio de 1791, harto Luis XVI de la apatía de su estancia obligada en París (1789-1791), decidió fugarse. Se cuenta que su esposa, María Antonieta (emparentada con la casa real austriaca), fue la principal instigadora de la acción. Tras mucha preparación, el 21 de junio de 1791, abandonaron el Palacio de las Tullerías (donde habían sido confinados) y marcharon rumbo a Bélgica, que en la época era territorio austriaco.
Y cuando todo parecía que llegaría a buen puerto, en la localidad de Varennes fueron descubiertos y detenidos. La debacle caería sobre ellos. Al circular las noticias por París y el resto del país, la ira se apoderó de los franceses. Luis XVI dejaría en este momento de ser visto como un pelele mal influenciado por una mala corte. A partir de ahora sería tachado de traidor y enemigo de la patria. Os podéis imaginar que el viaje de vuelta a París no fue el mejor. Insultos, amenazas, burlas e incluso desprecio. Algo impensable para el monarca años atrás. Surgían muchas preguntas, ¿qué hacer con el rey? ¿Cómo gestionar esta ofensa a la nación? Eso lo dejo para otra ocasión.
¡Hasta la semana que viene!
¿Quieres leer más sobre la revolución francesa?
BIBLIOGRAFÍA
- McPhee, Peter. The French Revolution. Melbourne University Publishing (2015)
- Documental sobre la Revolución Francesa: https://www.youtube.com/watch?v=WYZPKfORXXk
- Curso MOOC de Coursera: The French Revolution
- Bolinaga, Íñigo. Breve historia de la Revolución Francesa. Nowtilus (2014)