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LA TROMPETA DE JERICÓ

Revolución Francesa (V): 1793

GUERRA Y TERROR

ÍNDICE DEL POST

    Revolución Francesa

    En esta ocasión os traigo otro retazo de la revolución francesa, la cual poco a poco voy explicando entrada tras entrada. Como dije en la primera de ellas, mi objetivo es recorrerla someramente para que os hagáis una visión general de este periodo tan convulso. Es por esto que os recomiendo que le echéis un vistazo a las anteriores.

    Si recordáis, la última de ellas terminó con el ajusticiamiento de Luis XVI en la guillotina. Esta decisión, ya de por sí importante, iba a provocar que el año 1793 fuese mucho más tumultuoso y llevase a la revolución a unos límites insospechados. Veamos.

    GUERRA TOTAL

    Como os podéis imaginar, la caída de Luis XVI no iba a pasar desapercibida en Europa. Por ejemplo, Luis era primo de Carlos IV, monarca español  el cual tan pronto como supo de la noticia se acercó a Inglaterra para firmar un pacto de alianza anti francés. Además de Carlos, los borbones tenían más lazos por Europa y éstos iban a moverse con el fin de acabar con la revolución de una vez por todas.

    Carlos IV
    Carlos IV, monarca español primo de Luis XVI

    Aunque pareciese que Francia intentaría calmar los ánimos, resulta cuanto menos llamativo que fuese ella la que decidiese declarar la guerra a estos países (Holanda, España y Reino Unido). Esto le abría más frentes a los que ya tenía con austriacos y prusianos. Oficialmente se utilizó la excusa de la guerra defensiva para justificar estos conflictos.

    ¿Estaban los galos preparados para esta avalancha de enemigos? No. En los primeros meses de 1793, las derrotas militares e invasiones de suelo francés se repitieron. Las deserciones aumentaron e incluso tocaron a generales con renombre como Dumouriez.

    Dumouriez
    Dumouriez, el general cuya deserción impactó a los franceses y alentó la desconfianza en el ejército

    Pero la cosa no acababa aquí. Con el fin de hacer frente a los problemas, el gobierno ordenó una leva en masa inicial de 300.000 soldados. Esta decisión, adornada por la propaganda, no tuvo el resultado esperado en toda Francia. En la región conocida como la Vendée (alrededor de Nantes, al noroeste), estalló una rebelión popular que degeneró en caos. La represión y el odio visceral fueron denominadores comunes y se estima en decenas de miles los muertos entre ambos bandos en los 3 años que duró la misma. La leva en masa, sumada a la precariedad de la situación y a la deriva radical del gobierno (que explicaré a continuación), provocaron que en otras ciudades importantes como Lyon, Marsella y Burdeos estallase otra rebelión. Sus líderes, conocidos como federalistas, mantuvieron en jaque a las tropas revolucionarias.

    Así que resumiendo, vemos que Francia estaba invadida desde el exterior y destrozada en insurrecciones en el interior. Muchos eran los enemigos a los que debía de hacer frente a la vez. ¿Cómo respondió el gobierno de la convención?

    JACOBINOS AL PODER

    Si vemos la situación únicamente desde la perspectiva del gobierno, nos hallamos ante otra revolución. El partido en el poder, los Girondinos, estaban siendo señalados como los principales culpables de la mala situación del país. Ni la supuesta guerra rápida y victoriosa de 1792 lo había sido, ni la economía marchaba bien (los Assignat valían en agosto de 1793 un 22% de su valor original). Había descontento en las calles, desembocando en más de un altercado de los sans-culottes.

    Los Jacobinos, la otra principal fuerza, aprovecharon la situación para culpar de nuevo de todos los problemas a los Girondinos. Como estáis viendo, tenemos una pugna de poder que los Jacobinos no iban a dejar pasar. Y así fue.

    Jacobinos
    Insurrección de finales de mayo que acabó dando el poder a los Jacobinos.

    En mayo de 1793, un contingente de unos 20.000 sans-culottes armados rodearon a la Convención y amenazaron a los Girondinos en el poder. ¿Quién les pagó y suministró las armas? Se dice que burgueses ligados al entorno de los Jacobinos. Sea como fuere, éstos aprovecharon la ocasión y se hicieron con el poder, echando a muchos Girondinos de la asamblea. Algunos de estos líderes serían asesinados tiempo después. Estamos ante una revolución dentro de otra mayor.

    Una vez en el poder, comenzaron a tomar una serie de medidas para intentar controlar la situación y calmar a los sans-culottes. Para ello establecieron unas leyes que fijaban los salarios mínimos, controlaban los precios máximos de alimentos de primera necesidad y otras que declaraban civilmente muertos a los enemigos de la revolución.

    Constitucion 1793
    Constitución de 1793

    Otra ley abolió todos los privilegios de la tierra sin compensación, algo que fue visto con buenos ojos pero que no tuvo repercusión inmediata. Introdujeron además diputados en el ejército para controlar su actuación (los cuales mandaron ejecutar a 84 generales y relevaron a cientos de oficiales).

    En julio de 1793, una nueva constitución salió a la luz, la cual fue escrita en su gran parte por Robespierre y votada a favor por varios millones de franceses. Ésta nueva carta magna iba un paso más allá en cuanto a derechos, pero pronto quedaría abandonada debido a la situación crítica que vivía el país.

    EL TERROR JACOBINO

    Con este nombre se ha conocido al periodo que va entre Julio de 1793 y 1794. Su nombre lo indica todo. Hace referencia al terror como arma utilizado por la revolución contra sus enemigos. La razón de ser del mismo tenía dos vertientes. Por un lado aglutinar el sentimiento patriótico y por otro buscar culpar de todos los males del país a aquellos enemigos de la revolución. Si os fijáis, no dejaba de ser más que un instrumento estatal para justificar los excesos que se llegaron a cometer en el periodo.

    Víctimas terror revolución francesa
    El periodo conocido como el terror se cobró decenas de miles de víctimas en Francia

    El encargado de aplicarlo fue el conocido como Comité de Seguridad Pública, cuyo objetivo oficial era aprobar leyes y transmitir “El terror” a los contrarrevolucionarios. Para ello, fue necesario suspender la constitución recién firmada, la cual se dijo que se guardaría hasta que la victoria y la paz llegasen. Paralelamente, se publicaron otras leyes encaminadas a construir una economía de guerra en el país galo, haciendo énfasis en la producción de armamento y suministros.

    Entre todas estas medidas, se ordenó una leva de todos los hombres entre 18 y 25 años, la cual en principio arrojó una cifra de 750.000 soldados. Aquellas personas demasiado mayores para la guerra, se les encargó labores de logística, trabajando en industrias e incluso vigilancia de todo el proceso.

    A modo de curiosidad, el gobierno pidió que miles de campanas de iglesias fueran fundidas para producir armamento y monedas, hecho que provocó tensiones en aquellos sectores más religiosos. El asunto llegó hasta tal punto que se decía que el sonido de las campanas en una población era un acto anti revolucionario.

    Terror francés
    Imagen satírica del terror revolucionario

    Pero como podéis imaginaros, el terror significaba sangre y la hubo a raudales.  Bastaba la mínima sospecha para ser acusado de enemigo de la revolución y ser condenado a muerte. La guillotina se convirtió en el símbolo de este periodo, aunque he de señalar que no fue la forma más común utilizada pese a lo que se piensa (aun así por ejemplo María Antonieta, esposa de Luis XVI, sí fue ajusticiada de este modo en octubre de 1793).

    Es muy complicado dar un número de víctimas, pero se piensa que llegaron a ser varias decenas de miles, sobre todo las relacionadas con la sublevación de la Vendée y los golpes federalistas de Marsella, Lyon y Burdeos.

    EL OCASO DE 1793

    En los últimos meses de este año, las medidas de emergencia empezaron a funcionar. Militarmente hubo una serie de victorias en el sur y en el este del país, y las rebeliones internas fueron en su mayoría controladas. La economía se estabilizó aunque la represión siguió su curso.

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    El lema no deja lugar a dudas. Unidad indivisible o la muerte

    A nivel político, los Jacobinos seguían al mando sin apenas oposición de los Girondinos (algunos de sus líderes fueron depurados en el terror y otros estaban bajo sospecha). Pero el principal problema venía de la pugna con los sans-culottes. Los más radicales pedían más poder y control y que la revolución fuese un paso más allá. Los más moderados por el contrario, empezaron a preguntarse si no debía estabilizarse la misma y acabar con el terror.

    Y sobre esta última idea iban a rondar las discusiones principales. Independientemente de ambos  “bandos”, cabe preguntarse si la revolución estaba ya a salvo y se debía apuntalar para evitar nuevos peligros. Y la gestión de esto traería más consecuencias terribles como veremos en una próxima entrada. Como un simple adelanto, os digo que aún la revolución iba a sufrir otro estallido interno.

    ¡Hasta la semana que viene!

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    BIBLIOGRAFÍA:

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    Comentarios (4)

    Por supuesto: el omnipresente Napoleon is coming. esperamos la segunda parte.

    Responder

    Gracias por el comentario. La parte VI si no hay problema estará disponible la semana que viene 🙂

    Responder

    Francia realmente necesitaba un gobierno más estricto para calmar los ánimos. Así era la situación en la primera mitad del año 93:
    guerra entre unitarios y federales (principalmente propugnada por los adherentes a la facción girondina); rebeliones católico-realistas en la Vendée; la guerra exterior que marchaba mal, incluso con la dimisión de varios generales que se pasaron al enemigo; inflación muy alta; constante ataque de los agentes extranjeros que trataban de desestabilizar la situación económico-social del país.
    No hay nada para justificar el llamado «terror», pero sí un gobierno enérgico que se hiciera cargo de una situación que estaba a punto de acabar con la República.

    Responder

    Sí, Francia se estaba desintegrando, pero el problema de aplicar «El Terror» fue que se convirtió en algo indiscriminado y que provocó a su vez nuevas luchas de poder. Gracias por comentar.

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