Saltar al contenido
LA TROMPETA DE JERICÓ

Revolución Francesa (IV): 1791-1793

GUERRA, GUILLOTINAS Y REVOLUCIÓN

ÍNDICE DEL POST

    Revolución Francesa

    Esta semana os traigo otro avance de la revolución francesa. Si recordáis, la anterior se quedó con la huida infructuosa de Luis XVI, aunque si escuchasteis el audio sobre su vida, sabréis su destino. Pero aparte del monarca, en Francia se seguía cociendo algo muy gordo y los acontecimientos iban a volverse dramáticos a partir de 1792. Veamos.

    LUIS XVI: ¿UN TRAIDOR A LA REVOLUCIÓN?

    Tras el fallido intento de huida del monarca, la situación volvió a radicalizarse. La prensa de la época canalizó su ira contra Luis XVI acusándolo de traidor. Pero las miras no acabaron en él. La paranoia fue poco a poco haciendo acto de presencia y muchos nobles optaron por el camino del exilio para evitar ser el blanco de las iras revolucionarias. Como primera medida, el rey fugitivo fue enviado de nuevo al palacio de las Tullerías, pero esta vez como un prisionero. Esta nueva situación planteaba muchos problemas. ¿Qué hacer con el rey? ¿Cómo gestionar su intento de fuga?

    Había opiniones para todos los gustos. La mayoría de los diputados abogaba por mantenerlo en el trono. Pero esta decisión no estaba en la fe en el monarca, sino en el miedo. Miedo a que su expulsión/castigo acabase provocando una mayor inestabilidad en el país o a que las casas reales europeas decidiesen atacar Francia en consecuencia (recordad que había borbones y lazos con ellos por toda Europa). Pero también había voces (cuyo número creció tras la fuga) que pedían su abdicación e incluso castigos mayores.

    Sans culotte
    Imagen idealizada de un Sans culotte

    Uno de estos clubes, conocido como El club Cordeliers, organizó un encuentro en los Campos de Marte (actual lugar de la Torre Eiffel), para firmar una petición de abdicación del monarca y pedir otras reformas democráticas. El día 17 de julio el acto reunió a más de 50.000 personas. Tuvo que ser disuelto por la Guardia Nacional con un saldo de más de 50 muertos. Una masacre que provocó un nuevo debate.

    ¿Qué hacer con la revolución? ¿Debía estar continuar con el riesgo de perder su control o se debía estabilizar tras los éxitos conseguidos? Como os podéis imaginar, había opiniones para todos los gustos. Lo que sí se puede asegurar, es que la huida del rey y la masacre de julio estaban provocando una nueva ola revolucionaria y el surgimiento de un grupo de militantes que serían conocidos como Sans culottes.  Traducido literalmente como los “sin calzones” (como contraposición a la ropa de la nobleza), jugarían un papel muy importante en los eventos internos del país durante el resto de la revolución.

    Francia constitución 1791
    Constitución de 1791

    Pero 1791 también vio otros hechos importantes. El primero fue en agosto y se basó en una gran revuelta de esclavos en Haití, la cual duró hasta su independencia en 1804. La segunda, acaecida en septiembre fue la promulgación de una constitución para Francia, firmada por Luis XVI. Aunque es cierto que aún no incluía apenas derechos para mujeres, esclavos y pobres, se puede decir que fue un gran avance para la época. Un nuevo paso en medio del descontento general del país.

    Los choques entre contrarrevolucionarios y partidarios del rey, aquellos que querían que la revolución se estabilizase y aquellos que buscaban llevarla a un segundo nivel iban a ir creciendo y acabarían explotando en el terrible año de 1792.

    ¡GUERRA!

    Se ha dicho que el conflicto entre la Europa absolutista y la Francia revolucionaria era inevitable. Las medidas tomadas por el país galo habían provocado el miedo en los estados del entorno; Un miedo a que se extendiese por sus dominios. Pero aunque pueda parecer increíble, Francia necesitaba la guerra.

    Y la necesitaba por varias razones. La principal de ella económica. Los casi tres años de revolución habían visto un descenso muy brusco de la recaudación de impuestos, y si recordáis, la hacienda estaba exhausta en 1789. Los revolucionarios habían intentado paliar la situación emitiendo los conocidos como Assignats, pero éstos no habían hecho más que devaluarse. El botín obtenido tras una guerra victoriosa podría ser suficiente para ayudar a la economía del país.

    También se pensó que una guerra provocaría el estallido revolucionario en otros países, dejando fuera de juego a éstos y asegurando las fronteras francesas. Y por último, era una manera muy buena de canalizar las iras de los franceses hacia un enemigo.

    Así que con el pretexto de una guerra defensiva y con la confianza de que el conflicto sería corto y exitoso, Francia declaró la guerra a Austria en abril de 1792. Tremendo error.

    Los partidarios del rey en el fondo vieron la guerra con los buenos ojos. Si ésta era bien canalizada y se obtenía una rápida victoria, podía intentarse presentarse al monarca como un luchador y como alguien guiando a su pueblo. Y si ésta fracasaba, las tropas absolutistas invadirían Francia y restaurarían en el trono a Luis XVI. Los revolucionarios también pensaron que esta guerra sacaría a la luz a los traidores a la nación y por lo tanto podrían purgarse.

    La Marsellesa
    La marsellesa, actual himno de Francia

    Pero lo que realmente ocurrió fue con conflicto largo y estancado con un elevado número de víctimas. Los primeros cinco meses del mismo vieron como Francia era derrotada e invadida, lo que motivó que en julio se hiciese un llamamiento a la patria para luchar en su defensa.

    Batallones de soldados y reclutas marcharon hacia la frontera para intentar mejorar la situación. Y he aquí que uno de ellos entró en París cantando una canción conocida como “Canto de guerra para los ejércitos de las fronteras”. Basada en una adaptación de una letra escrita por Claude-Joseph Rouget de Lisle, el himno se hizo pronto muy popular. Y como la unidad era principalmente de Marsella, se le acabó conociendo como La Marsellesa. Nacía así el himno actual de Francia.

    UNA NUEVA REVOLUCIÓN

    Si ya fuera mala la situación gala, a finales de Julio los parisinos se sobresaltaron al enterarse de la publicación del conocido como Manifiesto de Brunswick. Emitido por el líder de las tropas prusianas (también en guerra contra Francia), el duque Carlos Guillermo Fernando de Brunswick, se trataba de una amenaza contra París y los parisinos. Básicamente señalaba que si Luis XVI y su familia eran atacados y no repuestos en el trono, la ciudad de París sería destruida y los culpables severamente castigados. Os dejo un fragmento:

    Duque de Brunswick
    Duque de Brunswick

    Los habitantes de las ciudades, burgos y pueblos que osen defenderse frente a las huestes de sus majestades imperial y real, así como disparar contra ellas… serían castigados de inmediato, con la severidad propia de la ley marcial, o verán demolidos o incendiados sus hogares. […]


    La ciudad de París y todos sus habitantes, sin distinción alguna, serán obligados a someterse, al punto y sin demora, al rey, a garantizar a este príncipe libertad plena y a responder por él, así como por toda persona del entorno real, de la inviolabilidad y el respeto a que obligan las leyes de la naturaleza y los hombres a los súbditos respecto de sus soberanos. […]

    Sus majestades declaran… que si se toma por la fuerza el palacio de las Tullerías, se somete a vejación alguna o al menor acto de violencia, o se ultraja de forma mínima a sus majestades el monarca, la reina o el resto de la familia real; si no se garantizan de forma inmediata su seguridad, su conservación y su libertad, no dudarán en emprender una venganza ejemplar cuya memoria tardará en borrarse, destruyendo por lo militar la ciudad de París hasta los cimientos y ajusticiando a los rebeldes responsables de asesinato conforme a la pena que merecen.

    El objetivo en el fondo era el crear una especie de mini revolución dentro de la revolución que debilitase al gobierno y permitiese su derrota total. Pero el efecto fue contrario al deseado.

    Los franceses, en una mezcla entre paranoia, miedo e ira, respondieron al manifiesto asaltando el palacio de las Tullerías el 10 de Agosto. Masacraron a la guardia del palacio y se llevaron prisioneros a la familia real a la Torre del Temple.

    Desde este momento, conocido como la segunda revolución, Luis XVI dejó de ser rey de Francia. Para que quedase clara esta decisión, en Septiembre de 1792 fue proclamada la República Francesa.

    Palacio Tullerias
    Asalto del palacio de las Tullerías en agosto de 1792

    Este mes de septiembre también ha pasado a la historia por las masacres que se cometieron. Las continuas derrotas militares y el acercamiento de Brunswick a París (con la venganza que se supone que llevaría a cabo), provocaron un nuevo ataque de paranoia. La gente empezó a ver enemigos por todos lados y la sangre corrió por toda Francia. Toda aquella persona que no estuviese claro si apoyaba a la revolución, automáticamente era el blanco de las iras de la muchedumbre.

    Pero los revolucionarios tendrían un respiro en la batalla de Valmy. Más una retirada austro prusiana que una victoria francesa, ésta fue explotada propagandísticamente por la revolución. Por primera vez las armas le daban una buena noticia a la nueva Francia. Pero había otro aspecto importante que acabaría con un final dramático.

    EL FIN DE LUIS XVI

    En septiembre de 1792, tras unas elecciones, Francia cambió su institución de gobierno. Nacía la Convención Nacional, la cual proclamó la República y decidió la suerte del monarca.

    Simplificando, podemos afirmar que había 2 grupos principales en ella. Los Girondinos, más moderados y encabezados por Brissot, Condorcet e Isnart, y los Jacobinos, más radicales con figuras como Robespierre, Marat, Danton y Desmoulins. Como curiosidad, los Jacobinos se sentaban a la izquierda y los Girondinos a la derecha de la sala, lo que provocó que se les refiriese como izquierda y derecha. Nacía así esta denominación que aún se utiliza hoy en día en política.

    Luis XVI guillotina
    Ajusticiamiento de Luis XVI

    Los Girondinos no querían ejecutar al rey. Pese a reconocer que era culpable de traición a la patria y conspiración con el enemigo, pensaban que su muerte supondría la guerra con más países del entorno. Por lo tanto pensaban que un buen castigo sería su abdicación e incluso exilio a un país democrático como los EEUU. Por el contrario, los Jacobinos aseguraban que la pena por traición debía de ser la vida.

    Durante meses se estuvo debatiendo qué hacer y al final se decidió someter el castigo a votación. En todas ellas, la pena de muerte acabó ganando (en algunas por un muy estrecho margen). Así que su suerte estaba echada. El 21 de enero de 1793, en la actual Plaza de la Concordia y ante la mirada de cientos de parisinos congregados, Luis XVI fue guillotinado. Sus últimas palabras se dicen que se centraron en su inocencia y en perdonar a aquellos que lo habían sentenciado.

    Ya no había vuelta atrás. Francia estaba enviando un mensaje al mundo. Al resto de potencias extranjeras les quedaba claro cuáles eran las reglas de juego de los revolucionarios y pronto decidieron entrar en guerra con Francia. ¿Sería capaz Francia de sobrevivir a tantos enemigos?

    ¡Hasta la semana que viene!

    ¿Quieres leer más sobre la revolución francesa?

    BIBLIOGRAFÍA:

    SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, ¡SUSCRÍBETE!

    ¿Te ha gustado el contenido? ¿Te gustaría estar al tanto de todas las novedades del blog? ¡No lo dudes y suscríbete!

    Imagen con botón de sucríbete

    Te informamos que tus datos se van a almacenar de forma segura y que cumplimos con el RGPD (Reglamento General de Protección de Datos). En la Política de Privacidad del blog tienes más información al respecto. Para cualquier rectificación, limitación y supresión de los datos, puedes hacerlo a través del presente formulario de contacto.

    Configuración de Cookies