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LA TROMPETA DE JERICÓ

El monopolio de la violencia

UN ARMA LLAMADA VIOLENCIA

ÍNDICE DEL POST

    Monopolio de la violencia

    Cada cierto tiempo me agrada publicar una reflexión. En ocasiones lo hago en aras de la diversidad del blog y en otras por lo llamativa que me resulta. La de hoy encaja mejor en el segundo tipo, pues pese a que tenga casi un siglo parece totalmente contemporánea. Hoy hablamos del concepto de monopolio de la violencia.

    Este concepto, fue desarrollado por el filósofo, economista y sociólogo alemán Maximilian Carl Emil Weber (o Max Weber para los amigos). Max vivió entre 1864 y 1920, siendo testigo de una época compleja con el auge y caída del imperio alemán como telón de fondo. Era además hijo de una familia acaudalada, influencia que le permitió gozar de la suficiente independencia económica para dedicarse a otros menesteres.

    A nivel profesional, su vida estuvo muy ligada a las universidades (estudió varias carreras), donde comenzó a su vez a desarrollar sus teorías económicas y sociológicas. También hizo sus pinitos en política fundando en 1919 el Partido Democrático Alemán.

    Fotografía Max Weber
    Max Weber

    Y es a partir del fin de la primera guerra mundial y últimos años de su vida cuando publicó la obra que hoy tratamos. Dirigiéndose a una sociedad alemana sobre la que se avecinaba una hecatombe, desarrolló un análisis sociológico formado por la tríada Estado, política y violencia.

    Este análisis, conocido como “La política como vocación”, rompió los moldes de la época iniciando una tendencia marcada por la psicología política. De todo lo expuesto, hoy os voy a presentar la parte en la que desarrolla quién tiene el monopolio sobre la violencia en las sociedades.

    ¿QUIÉN TIENE EL MONOPOLIO DE LA VIOLENCIA?

    Weber es muy claro al respecto:

    “Se define el Estado como la institución que posee el monopolio legítimo de la violencia dentro de un territorio”

    Por lo tanto el estado a nivel sociológico quedaría definido por el simple hecho de controlar el acceso a la violencia física.

    ¿Es esto cierto? ¿Es esta violencia el medio básico del que un Estado se nutre? Para Weber no lo es únicamente, aunque sí asegura que es la forma específica por la cual controla a sus individuos. Y los controla porque sólo les concede el derecho a la violencia física en la medida que lo desea. Haciendo un símil, el Estado sería la mano que sujeta las riendas de un caballo que serían los ciudadanos. Cuando no quiere la expresión de violencia, tira de ellas para frenarlos. En cambio, cuando sí la desea, los espolea.

    Política Max Weber
    Portada alemana de «La política como vocación»

    Esto encaja perfectamente con lo que hicieron los estados europeos antes de la primera guerra mundial. Las naciones impulsaron el odio a sus vecinos, favoreciendo los conatos de violencia que acabarían estallando en la conflagración más terrible que se había conocido. Y aquí encontramos una paradoja en el hecho de que para refrenar los instintos violentos, los estados han hecho uso de la propia violencia. Y este uso en sus dos vertientes es en sí la explicación del monopolio de (o sobre) la violencia. El estado es el único legitimado para ello.

    ¿Pero es esto absolutamente necesario? Weber es tajante aquí asegurando que sociedades sin este mecanismo de control hubiesen acabado con la muerte del estado y la aparición de la anarquía.

    ¿QUIÉN LEGITIMA AL ESTADO?

    En su obra va más allá y se pregunta quién legitima al estado y le da esa herramienta de poder. La respuesta la encuentra en los individuos que lo conforman. Señala para ello que el estado como toda asociación política precedente se basó en la dominación de unas personas sobre otras por medio de la violencia legítima. Es decir, la condición básica para su existencia reside en la aceptación de la autoridad por parte de los dominados. Para esta aceptación establece tres justificaciones:

    La primera está basada en la tradición, en el respeto del ayer. Podemos encontrar ejemplos en las monarquías y castas, en las cuales los miembros se suceden y llevan asociado un prestigio por pertenecer a una dinastía. Es posiblemente una de las más antiguas y comunes y ha perdurado hasta hoy en día.

    La segunda se nutre de la autoridad y el carisma. Se le da el derecho legítimo a un líder por la confianza que transmite y por su aparente capacidad de serlo. Este sistema lo encontramos tanto en los caudillos como los políticos. ¡Ojo!, aquí Weber no se refiere a la valía de un candidato, pues como ocurre en la actualidad, solemos legitimar a personas sólo por su apariencia.

    monopolio violencia estado

    La tercera y última se cimienta sobre la legalidad, entendida como la validez de las normas establecidas. Por lo tanto se trata de un tipo de obediencia ligada a las medidas que parecen consensuadas y justas. Aquí encontramos al estado y sus divisiones políticas.

    Ahora bien, si esto no es suficiente, sobre los tres tipos mencionados se añade un cuarto factor: La dupla temor/esperanza, ligada a la acción de no acatar o sí estas disposiciones estatales, tiene su manifestación en la represión o recompensa futura. Es muy posible que penséis que esta es la base de todo, pero es al revés; Se trata de la cobertura. Si los individuos pierden este temor o esperanza, lo siguiente es cuestionar la legitimidad de la obediencia al estado. Y dentro de esta legitimación subyacen los tres tipos explicados, cuya fundamentación es esencial para definir la estructura de dominación.

    Resumiendo, Weber establece que es la propia ciudadanía de una nación la que otorga ese derecho legítimo al estado. Posteriormente, para garantizar su propia supervivencia el estado recurre a diversos métodos para evitar perder ese monopolio y caer en lo que él denomina anarquía.

    Tras esta asociación de conceptos, Weber acaba señalando lo siguiente:

    “El estado moderno es una asociación de dominación con carácter institucional que ha tratado, con éxito, de monopolizar dentro de un territorio la violencia física legítima como medio de dominación y que, a este fin, ha reunido todos los medios materiales en manos de su dirigente y ha expropiado a todos los funcionarios estamentales que antes disponían de ellos por derecho propio, sustituyéndolos con sus propias jerarquías supremas.”

    estado violencia

    EL MONOPOLIO EN LA ACTUALIDAD

    Las teorías de Weber son perfectamente aplicables en el mundo “Occidental” actual. La violencia se controla desde el aparato del estado, teóricamente de un modo justo, aunque son múltiples los ejemplos que nos demuestran lo contrario.

    El mismo sistema de castigos y recompensas que sigue vigente es el mejor ejemplo de ello. Hablamos de asesinos o héroes en función del marco temporal donde la acción violenta se lleve a cabo. La etiqueta si os fijáis no se la ponemos nosotros, viene del estado como ente.

    Se pueden poner multitud de ejemplos al respecto.  El más básico ya lo he mencionado; Matar a una persona durante una guerra o fuera de ella. La acción es la misma; La respuesta por parte del Estado no. O cuando un estado autoriza el uso de la violencia contra unos estados por una razón, obviando a otros por diversos intereses. O incluso podemos ver esta diferencia cuando algunas acciones se califican de terroristas y otras iguales como “libertadoras”.

    terrorismo violencia

    En definitiva, cabe preguntarse si realmente es el Estado el que debe controlar el acceso y uso de la violencia a sus conciudadanos. Enfoquémoslo desde otro punto de vista: ¿Qué pasaría si el estado no fuera garante de ello? ¿Y si no se mostrase como una figura de autoridad con control de limitar su presencia con castigos? Evidentemente también deben existir límites desde el otro lado, porque si un estado tiene control total, estaríamos hablando de un sistema donde demostrar casi cualquier exaltación sería imposible.

    Reflexionad al respecto y si os atrevéis dejadme un comentario al final con vuestra visión.

    Por último, os invito a que leáis el texto que os dejo en la bibliografía. Además del desarrollo de su opinión sobre la violencia, encontraréis un espectacular análisis sobre la política y el político profesional. Me ha sorprendido tan gratamente que Weber acaba de reservar un futuro jueves en el blog para explicároslo.

    ¡Nos vemos la semana que viene!

    BIBLIOGRAFÍA

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