Hace algún tiempo tropecé por casualidad con un vídeo que hablaba sobre algo que nunca había escuchado. Se trataba sobre la división de Andalucía en dos mitades. Al principio pensé que se trataba de algo antiguo, sin ninguna significación actual (salvo que fuese alguna clase de nacionalismo barato) por lo que no le hice mucho más caso, hasta que una vez caminando por la calle me entregaron un papel que apoyaba la escisión de las provincias más orientales de Andalucía (Granada, Jaén y Almería) del resto de la comunidad autónoma andaluza.
Se trataba por tanto de establecer una nueva comunidad autónoma, llamada Andalucía oriental, teniendo por bandera la que pongo aquí a la derecha. La cuestión es que entre las razones que el folleto argumentaba quiero destacar dos:
La primera establecía que estas provincias estaban siendo robadas por la administración autonómica central situada en la capital de Andalucía, Sevilla. Esto no es algo nuevo, pues la rivalidad y la pugna entre sevillanos y el resto de Andalucía es bien conocida y está muy latente en la sociedad andaluza. Pero analicemos este “robo”, que era argumentado por un lado señalando que muchos de los ingresos obtenidos en estas provincias eran enviados a las arcas centrales de la comunidad autónoma y no eran bien reinvertidos en estas mismas provincias, con lo cual se producía un abandono. Al mismo tiempo criticaba el reparto general del presupuesto andaluz al que consideraba muy centralista y que sólo atendía a las necesidades de Sevilla y sus alrededores.
En algunos aspectos comparto la opinión con el folleto, aunque entiendo que muchos sevillanos argumentarán que se puede observar envidia en mis palabras, y evidentemente tienen parte de razón, ya que como a muchos me gustaría que mi provincia tuviera más peso en Andalucía. Un argumento muy utilizado de respuesta por parte de ellos (y no sin falta de razón de nuevo) es que el invertir o dedicar un presupuesto va en función de la producción de la provincia y que si se produce menos o hay menos resultados, lógicamente debería de invertirse menos en ella. Este argumento aunque tiene una base cierta, alberga un problema: Esta situación crea un atraso crónico, que ya de por sí es bastante latente en Andalucía respecto a otras regiones españolas. Resumiendo, personalmente creo que podría realizarse un reparto más justo.
La otra razón que explicaba el folleto, era histórica. ¿Dos Andalucías en el pasado? Nunca me habían dicho nada de eso, hasta que indagando encontré el vídeo que añado al final del post y que recomiendo su visionado, al menos desde el punto de vista de aprender curiosidades históricas, y no como adoctrinamiento político. Como adelanto diré que no era mentira lo de las dos Andalucías, pues hasta el primer tercio del siglo XX existían dos regiones independientes llamadas Andalucía Occidental y Andalucía Oriental (germen del antiguo Reino de Granada). Por cierto como curiosidad extra, en el escudo de la nación española, de todos los símbolos con significación territorial que aparecen, el único que no la tiene es la granada que hay en su parte inferior y que se refiere al Reino de Granada.
Tras el visionado del vídeo muchos podréis preguntaros por qué no menciono a la provincia de Málaga. Simplemente decir que Málaga estaba incluida en la región de Andalucía Oriental, pero actualmente no se incluye dentro del movimiento político mencionado al principio del post (al menos no cuenta con el apoyo suficiente y su inclusión o no varía con la fuente consultada).
Para finalizar me gustaría señalar que no comparto la idea de la creación de una nueva comunidad autónoma, pues la experiencia ha demostrado que en la mayoría de casos las administraciones autonómicas han sido pozos sin fondo, nidos de corrupción y actualmente presentan unos niveles de deuda que son una lacra para el estado (a pesar de estas palabras valoro algunas de las medidas hechas por la Junta de Andalucía en el pasado referidas a educación y sanidad). Tampoco soy partidario de un modelo muy centralista, aunque entiendo que debe de haber un centralismo suficiente para evitar el desmadre autonómico que acecha a esta nuestra nación.