LAS CURIOSIDADES DEL CANTÓN DE CARTAGENA
Una de las razones por la que me gusta la historia es porque encierra detalles tan curiosos como divertidos. Y esta entrada, con el cantón de Cartagena como decorado, vamos a sacar a la luz algunos hechos que si bien no pasaron de ser anecdóticos, sí que pudieron haber provocado situaciones con una repercusión hasta hoy en día.
Debemos rebobinar a la década de los 70, pero del siglo XIX. Y más concretamente a Cartagena, pero la española. Últimamente otra Cartagena (de Indias en Colombia) ha gozado de una buena popularidad ligada a la gesta de un ilustre y grande marino español, Blas de Lezo. Pero la ciudad española también guarda otra historia muy curiosa.
Antes de entrar en situación, es necesario que haga una introducción del contexto político en el que se sitúa esta anécdota. Si hay algo que describe al siglo XIX español, es la palabra caótico. Su historia parece reflejar los estertores mortales de un imperio que llegó a gobernar gran parte del planeta. Y este caos asaltó el gobierno y provocó que cada pocos años hubiera cambios, rebeliones, pronunciamientos, giros, protestas, dimisiones, batallas… y así un largo sinfín de hechos que darían para rellenar fácilmente varios volúmenes de una enciclopedia.
LA GLORIOSA Y LAS REBELIONES CANTONALES
Haciendo un zoom más en la época y resumiendo a lo más básico hemos de viajar inicialmente a 1868. En este año una revolución liberal conocida como “La Gloriosa” acabó destronando a la reina Isabel II. Se iniciaba un largo y tedioso proceso para buscar un nuevo monarca que la reemplazara y que fuese de otra dinastía. Tras muchas incertidumbres Amadeo I, de la dinastía de los Saboya llegó al poder. Pero Amadeo salió echando leches del país tras algo más de dos años. Y lo hizo tan asqueado que hasta firmó que sus descendientes no pudieran reclamar derechos al trono español.
Se iniciaba un nuevo periodo en la historia de España, la primera república. Y es en los casi oficialmente dos años que duró (aunque técnicamente algo menos de uno), la situación en el país explotó. Se dieron a la vez una nueva guerra carlista y varias insurrecciones regionales, conocidas como rebeliones cantonales.
Estas insurrecciones tuvieron lugar principalmente entre julio de 1873 y enero de 1874 y fueron espoleadas por el sector republicano más radical dentro del federalismo. Su objetivo más importante era el convertir a España en una república federalista. El nuevo modelo, más descentralizado, quedaría conformado por varias repúblicas federadas dependientes de Madrid. Y de todas las rebeliones cantonales que hubo, una de las más famosas (si no la que más) fue la de Cartagena.
EL CANTÓN DE CARTAGENA
¿Y por qué Cartagena? Las razones son principalmente estratégicas y militares. La geografía de la zona convierte a esta ciudad en una zona fácil de defender tanto por tierra como por mar. Esto dificultaba los ataques del ejército estatal y permitía aguantar largos asedios. Pero para rematar la situación del emplazamiento, una de las bases navales más importantes de España de la época se encontraba en esta zona. Os podéis imaginar lo jugosa que era la idea de contar con barcos de guerra para la defensa.
El 12 de julio de 1873, como consecuencia de las medidas acordadas en una junta revolucionaria, varios grupos rebeldes asaltaron la ciudad aprovechando el cambio de guardia y la tomaron junto a la flota de guerra allí estacionada. Hay que señalar que el apoyo de ciertos sectores de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado de la época fue clave para el éxito inicial de la sublevación. Y a la cabeza de los mismos se situaron dos personas: El general Juan Contreras y el revolucionario Antonete Gálvez (conocido como el padre del cantonalismo). A ellos se les sumó el elegido por los cantonalistas como jefe de cantón, Roque Barcia.
Pero ya desde el inicio esta rebelión iba a contar con una anécdota curiosa. Una de las medidas de mostrar que las fortalezas artilladas que rodeaban la ciudad habían caído en manos de los cantonalistas era izando una bandera que les representase. Los cantonalistas con anterioridad habían acordado que la suya sería completamente roja en honor a las revoluciones internacionalistas pero se encontraron con un problema: No tenían en sus manos banderas de gran tamaño con sólo este color. Los responsables de esta tarea fueron al castillo de Galeras y se dirigieron a la sala donde almacenaban banderas de muchos países para exhibirlas en las diferentes visitas diplomáticas. Y tras mucho indagar la única que les convenció fue la bandera turca.
¿LOS OTOMANOS HAN TOMADO CARTAGENA?
Imaginaros el estupor de las tropas gubernamentales que empezaban a tomar posiciones en el entorno de la ciudad al ver ondear esta bandera. El capitán general del departamento marítimo de Cartagena envió un mensaje al gobierno con las siguientes palabras: “A las seis o siete de la mañana, el castillo ha enarbolado la bandera turca”. En Madrid no darían crédito a los hechos. ¿Había caído Cartagena en manos turcas? ¿Qué diablos estaba pasando? Pero a pesar de todo, pronto quedó de manifiesto el error y empezaron a aparecer bromas al respecto.
Y aquí existen varias teorías al respecto. La teoría adornada con romanticismo, que asegura que un soldado se hirió en el brazo y con su sangre pintó toda la parte blanca de la bandera (que viendo su tamaño uno llega a la conclusión de que se hubiese desangrado) y la teoría más plausible que asegura que rápidamente se mandó bordar una bandera con tela roja. Por cierto el color rojo sangre de esta leyenda se dice que fue el escogido para representar el color de la bandera actual de la comunidad autónoma de Murcia.
El éxito de la rebelión espoleó a otras en el resto de España y el problema cobró dimensiones importantes que acabaron desangrando a la república. En cuanto el gobierno tomo conciencia del problema, mandó tropas para asediar Cartagena y acabar con el foco rebelde. Y aquí se inició un asedio que duró hasta enero de 1874 y donde poco a poco el cantón fue degenerando y hundiéndose. Y es en este periodo de incertidumbre cuando surge la anécdota estrella del post.
EL CANTÓN DE CARTAGENA Y LOS EEUU
Ante el escaso reconocimiento internacional que el movimiento cantonal había tenido y la duración del conflicto, las autoridades cantonales intentaron llamar la atención de varios países. Francia, Alemania e Inglaterra se ofrecieron diplomáticamente para mediar entre el cantón y España. Pero todas las propuestas fracasaron y el asedio se recrudeció. Ya sea por una enajenación transitoria o por un acto de desesperación, el cantón pidió a EEUU formar parte de ellos. Sí, no estoy delirando.
La propuesta era bien absurda aunque hay que destacar el empeño puesto por los cantonalistas. De todos modos no está muy clara la reacción de EEUU al respecto: Hay versiones que aseguran que el presidente de la época, Ulysses S. Grant no llegó ni a tenerla en cuenta. Y otras que EEUU la estudió pero que la rápida caída de la ciudad cartagenera en manos estatales impidió desarrollar más la propuesta.
Si hacemos suposiciones, en el caso de haber sido admitida en el seno estadounidense hubiese sido un nuevo problema para España. Cartagena hubiese llegado a ser una nueva Gibraltar, un nuevo punto estratégico de la península ibérica perdido en manos extranjeras. Por suerte los españoles y los cartageneros, la propuesta no cuajó. Gracias a eso hoy en día podemos disfrutar de esta ciudad sin necesidad de pasaportes, visados ni burocracia aduanera.
Aun así no deja de ser curioso como partiendo del sentimiento de transformar tu región en una república federal, acabes pidiendo integrarte en un país que aunque está formado por estados, es en concepción más centralista que España.
El fin del sueño cantonal vino en gran parte ligado al fin de la primera república. Los hechos han quedado en la historia como fenómenos revolucionarios en una época compleja. Una época en la que España era una persona con los pies y atados hundiéndose en el barro internacional.
¡Sed curiosos y hasta la semana que viene!
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