UNA BARAJA DE CARTAS MUY INTERNACIONAL
Sin duda conocida por todos, la baraja de cartas española ha sido, es y será un elemento con una gran popularidad e importancia social. Gente de toda edad y condición social han jugado con ellas. Iría más allá y diría que todos hemos tenido este tipo de cartas en nuestras manos. Y las hemos tenido habiendo dinero de por medio o simplemente por el placer de jugar un rato. ¿Pero qué las hace tan especiales? Echemos un vistazo a su origen y a varias curiosidades.
EL ORIGEN DE LA BARAJA DE CARTAS ESPAÑOLA
Aunque no se sabe con total seguridad, se está más o menos de acuerdo en que las barajas de cartas son de origen asiático. Las mismas llegaron a Europa traídas por comerciantes en la Edad Media, entre los siglos XIII y XIV. En el caso de España, parece que fue la Corona de Aragón la que la introdujo en sus dominios. Aquí se incluía el Reino de Sicilia, surgiendo una variante similar a la baraja de cartas española. Esta baraja se fue desarrollando hasta surgir una nueva, conocida como la baraja napolitana. Su parecido con la española es más que evidente.
Metámonos de lleno en la baraja. La misma constaba y consta de cuatro palos, que vienen a representar los estamentos de la sociedad de la época. Los oros representan a los comerciantes y las copas el estamento eclesiástico. Las espadas representan a la nobleza, por estar muy ligada a las cuestiones militares y los bastos a los siervos y la clase baja.
Una primera curiosidad es que no existen personajes femeninos. ¿Cómo? ¿La imagen de la sota no es la de una mujer? No, corresponden a pajes aunque es cierto que son representados con un estilo afeminado.
Con el fin de perfeccionar la baraja, en el siglo XVI se inventó un sistema muy curioso. El mismo permitía muy fácilmente al portador de una carta ver de qué carta se trataba sin tener que levantarla completamente. Esta mejora era una protección contra mirones durante la partida. Consiste en una serie de discontinuidades en el recuadro de la carta (arriba y abajo) que varían con cada palo. A esto se suma el número de pequeño tamaño grabado en las esquinas. La suma de esto, como os podéis imaginar, da una gran confidencialidad al portador de la misma. Este sistema sigue existiendo y suele pasar desapercibido.
LA BARAJA DE HERACLIO FOURNIER
Si hay alguien que revolucionó el mundo de la baraja española, fue Heraclio Fournier (sí, eso que se puede leer en el as de oros). Heraclio fue un burgalés nacido a mediados del siglo XIX, descendiente de franceses dedicados al negocio de la impresión. Tras mudarse a Vitoria, fundó varios talleres de fabricación de naipes. Gracias a sus conocimientos y a su olfato para los negocios, fabricó un primer modelo de baraja de gran calidad. Su diseño inicial, mejorado por un tal Augusto Rius en 1877, es el diseño que actualmente podemos encontrar en millones de hogares españoles. Por cierto, en el as de oros se puede leer Vitoria, lugar de origen de esta baraja.
¿Por qué triunfó? En el éxito de la baraja influyeron su calidad, colorido, facilidad de producción y bajo coste final para el usuario. Su popularidad provocó la aparición de cientos de juegos con ella, con multitud de variantes.
En la actualidad, la empresa que las fabrica asegura que estas cartas se utilizan en más de dos mil casinos de todo el mundo. También, que de las 16 millones que fabrica anualmente, 10 corresponde al modelo de baraja española. Pero esta empresa ya no es española, pues sus derechos fueron comprados por la United States Playing Card Company, con sede en Nueva York.
Tras leer esta entrada, ¿No os apetece echaros una brisca, un mus o un tute? ¿O preferís un mentiroso, un chinchón, una ronda, una escoba, un cinquillo o un rentoy? 😀