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LA TROMPETA DE JERICÓ

Españoles olvidados XIII: Domingo Badía, Ali Bey

AVENTURERO E ILUSTRADO

ÍNDICE DEL POST

    Ali Bey

    Esta semana os traigo otro personaje olvidado y desconocido de la historia española. Un aventurero apasionado por la ciencia, el cual vivió multitud de peripecias a lo largo de su vida y del que seguro que hay material como para dedicarle una película de aventuras. No me entretengo más pues la entrada será un poco más larga de lo habitual. ¡Pero merecerá la pena! Vamos con él.

    Nuestro protagonista, respondía al nombre de Domingo Badía y Leblich y vino al mundo en Barcelona el 1 de abril de 1767. Su padre era secretario del gobernador de Barcelona y su madre, originaria de Bruselas, descendía de militares que habían apoyado al candidato austracista durante la guerra de Sucesión española. Con once años, acompañó a su padre por la costa de Granada, al tener éste por encargo organizar el sistema de defensa de torres de vigilancia costeras para avisar de la llegada de corsarios argelinos. Tres años más tarde, su padre lo ingresó en el ejército ejerciendo como administrativo y recaudador de impuestos. En ambas tareas demostró ser muy brillante, y su pasión por los libros y las ciencias (en especial la geografía) provocaron que fuese admitido en tertulias de adultos y diversas asociaciones científicas. Tras ser su padre destinado en Madrid, tomó su puesto, pero parece que le disgustaba la administración militar. Se casó a los 24 años y a los 26 fue nombrado administrador del monopolio de tabacos en Córdoba.

    Ali Bey
    Dos imágenes que muestran dos facetas muy distintas de nuestro protagonista. A la izquierda Domingo Badía con su look occidental y a la derecha su caracterización de Ali Bey, disfrazado como musulmán.

    A la par que ejercía sus cargos, dedicaba su tiempo libre a estudiar geografía, astronomía,  meteorología, física, matemáticas y botánica. He leído también que tenía grandes aptitudes para el dibujo, sabiendo plasmar muy bien sus ideas. Este carácter inquieto le llevaría entre otras cosas intentar hacer volar un globo aerostático (algo en lo que fracasó) y a incluso a presentar en 1799 un plan de campaña para invadir Portugal, algo en lo que no le hicieron caso. También su obra “Diccionario de las maravillas de la naturaleza” fue publicada en 1800.

    Sea por aburrimiento o porque no le llenaba su trabajo, Badía dejó su empleo a los 28 años pasando a ser bibliotecario en Madrid, algo que le hizo pasar penurias. Pero su amor por la geografía creció al leer un libro sobre Mungo Park, un explorador británico que fracasó en su objetivo de llegar a Tombuctú (ciudad de la actual Mali prohibida a los cristianos en la época). Domingo soñó con conseguirlo llegando incluso a señalar que Mungo había fracasado por no disfrazarse y hacerse pasar por musulmán.

    EL PROYECTO AFRICANO

    Y es a partir de aquí, en 1801, con 34 años, cuando presentó un proyecto al gobierno español titulado “Plan de Viaje al África con objetivos políticos y científicos”. La idea inicial era atravesar Marruecos, bajando hasta Ghana y luego ir al este hasta Zanzíbar (en Tanzania). El plan sonaba descabellado pero Badía explicó que su objetivo era estudiar las posibilidades comerciales de distintos lugares, elaborar mapas cartográficos (algo muy valorado por los militares) y en definitiva realizar un viaje científico con todo lo que eso llevaba asociado (de nuevo su carácter ilustrado). El plan, como podéis pensar, sonaba descabellado pero la situación de España en Marruecos le ayudaría en su empresa.

    Domingo Badia
    Caricatura de Ali Bey

    Y es que la situación marroquí era muy inestable al no estar regulada la sucesión de los sultanes, algo que provocaba multitud de conjuras. Además, los líderes africanos solían violar los acuerdos firmados con España y en más de una ocasión amenazaron las posiciones de Ceuta y Melilla e incluso los intereses comerciales españoles en la zona. España obtenía fundamentalmente trigo de la zona, algo muy valorado debido a varias malas cosechas que acaecieron en la época. Pero algunos sultanes, señalando que no comerciarían con infieles cristianos, rechazaron su venta.

    Así que España, encabezada por Manuel Godoy, el favorito de la reina, decidió hacer caso a Badía, aunque suprimiendo el componente científico, el cual fue cambiado por uno más colonialista basado en la obtención de información para una futura ocupación de Marruecos (pese a la cercanía, Marruecos era un lugar desconocido). Nuestro protagonista no estaba conforme con este cambio, pero sabía que era su única oportunidad si quería llevar a cabo su viaje.

    Pese a ello los preparativos no fueron fáciles ya que hubo muchas voces discordantes, sobre todo en relación a la viabilidad del proyecto. Pero esto no desanimó a Badía, el cual dedicó tiempo a aprender a vestirse y actuar como un árabe e incluso a aprender su lengua. En 1802, tras resolver algunos asuntos y antes de partir al propio Marruecos, pasó algún tiempo en París y Londres, donde aprovechó para estudiar astronomía, medición de distancias y comprar instrumentos meteorológicos, astronómicos e incluso se fabricó cronómetros y telescopios. Con el fin de transformarse en un árabe, se circuncidó (para que no fuese desenmascarado en baños públicos), mandó fabricar trajes turcos y cambió su nombre por el de Alí Bey ben Uthman. Es este nombre, el de Alí Bey, por el que sería más conocido.

    MARRUECOS

    Tras este periplo europeo, pasó a Cádiz y luego a Tánger. Durante el camino fue orando en público y actuando como un musulmán con el fin de probar si era capaz de pasar desapercibido, algo que logró. También dejó bien atado la forma con la que se comunicaría con el gobierno español para informarle sobre sus avances.

    Una vez en Tánger, se presentó como un musulmán sirio de Alepo, el cual había pasado gran parte de su vida en Europa pero conservando su fe musulmana. Con el fin de reforzar su coartada y ganarse el apoyo de los dirigentes de la zona, aplicó una política de regalos y se rodeó de una importante comitiva. Esto le granjearía fama pero haría que su expedición fuese muy cara, llegando a afirmarse que España gastó en ella unos 150.000 duros, una cantidad enorme en la época.

    Los años de 1803 y 1804 los dedicó a viajar por Marruecos, visitando Tánger, Fez, Marrakech, Mogador y otros lugares de la geografía de la zona.  Por donde iba pasando, describía las ciudades y pueblos, sus defensas y tropas, sus costumbres, su sistema de pesos y medidas… A esto hay que sumar mediciones para cartografiar el terreno, incluyendo interesantes datos sobre cursos de agua, orografía, geología y meteorología. Pese a que era arriesgado que le pillasen tomando estos datos, Badía se las arregló para pasar desapercibido e incluso caer en gracia a los diferentes sultanes. Esto puede verse por ejemplo cuando determinó la fecha exacta de un eclipse y estableció un calendario lunar exacto, señalando que no ocurriría ningún mal a la población ni a sus gobernantes, como así ocurrió.

    Ali Bey marruecos
    Ruta seguida por Ali Bey en sus viajes por Marruecos. Imagen extraída del libro Exploraciones secretas en África

    Pero no todo era viajar, ya que debía cumplir con el cometido de su misión. Y aquí se vio otra faceta de Domingo Badía. En más de una ocasión, propuso a España intentar una rebelión contra el Sultán para sustituirlo por él mismo. Incluso teorizó sobre el nuevo estado a crear, basado en una mezcla de estado moderno islámico con constitución, algo curioso porque ésta no existía ni en España. En sus tentativas de rebelión, buscó aliarse con algunos conspiradores musulmanes descontentos con el sultán. España hizo varias tentativas de apoyarlas, movilizando soldados y equipo, pero ninguna cuajó debido principalmente a la mala situación del país en la época. Quizás, se ha señalado que Badía exageró la información y se creyó más importante de lo que era al pretender ser un sustituto del sultán. No está claro.

    Como os podéis imaginar, con tanta conspiración y movimiento, el sultán se acabó enterando y nuestro protagonista sufrió un intento de asesinato con varios escorpiones bajo su almohada e incluso una petición formal del sultán para marcharse. Tras pasar un tiempo preso, salió del país en octubre de 1805 estableciéndose en la capital de Libia, Trípoli. Allí fue muy bien tratado y gozó de simpatías por parte de los gobernantes. Tras el periplo libio, en enero de 1806, partió rumbo a Egipto, aunque por diversos quehaceres, pasó varios meses en Chipre donde se piensa que realizó de nuevo misiones secretas.

    EGIPTO Y ORIENTE MEDIO

    Tras salir de Chipre, acabó arribando a Egipto en mayo de 1806. Lo primero que le llamó la atención y dejó por escrito, es que pensó que los franceses habían hecho una gran labor conquistando el país y civilizándolo (tengamos presente la mentalidad de la época que estamos tratando). Entre sus trabajos más destacados, propuso al gobierno español la apertura de una ruta marítima a través de Egipto para conectar con Filipinas y ahorrarse el bordear África. Como todos sabemos, esta vía se materializó con la construcción del Canal de Suez.

    Ali Bey Oriente Medio
    Ruta seguida por Ali Bey en Oriente Medio. Imagen obtenida del libro Exploraciones secretas en Asia

    A finales de 1806, abandonó Egipto y cruzando el Mar Rojo llegó a Yedda en Arabia Saudí. Tras varios problemas y siguiendo con su excusa de ser un musulmán, partió a la Meca. Y Badía tiene el honor de ser el primer español conocido que visitó La Meca disfrazado. Aquí además de determinar la posición geográfica de la ciudad de un modo exacto (la primera vez que ocurría), dibujó muchos planos y escribió sobre sus tradiciones y ritos de los peregrinos. Su interés por la zona fue tal que permaneció 6 meses en ella, aprovechando para describir y medir todo lo que vio.

    A posteriori, visitó Medina donde tuvo problemas, por lo que decidió volver a Egipto, antes de partir otra vez, en esta ocasión a Jerusalén, pasando por Gaza.

    Y como ocurrió con anterioridad, se dedicó a describir la zona y sus habitantes, tomando datos de todo aquello que consideró importante. A modo de curiosidad, explicó las rivalidades entre los diferentes ritos cristianos y en Nazaret señaló que la mayoría de los monjes eran hispanos, así como la mitad del dinero que se utilizaba para la custodia de los santos lugares.

    Pero sus continuos viajes, sus contactos con Occidentales para pasar información y sus constantes tomas de medidas y datos no iban a pasar siempre desapercibidos. Y tras realizar un viaje a Siria, se enteró que el Pachá de Egipto había descubierto que Alí Bey era en realidad una falsa identidad.

    Así que no le quedó más remedio que huir, y tras pasar por Antioquía, acabó en octubre en Estambul, la otrora Constantinopla. Tras tener contactos con el embajador español y realizar unas descripciones, siguió viajando, pasando por Bucarest, Viena y Munich, lugar donde tuvo que parar debido a una enfermedad.

    UN EJEMPLO DE AFRANCESADO

    Una vez recuperado, viajó a París y en mayo de 1808 llegó a Bayona. Allí se encontró con la familia real española tras su abdicación. Recordemos que Napoleón se había zafado de Carlos IV y Fernando VII y que al partir la familia real ocurrió el famoso estallido del 2 de mayo. Parece ser que Godoy lo presentó a Napoleón, quien pese a no hacerle mucho caso, le pide que elabore un informe sobre la situación marroquí.

    Obra Ali Bey
    Obra de los viajes de Ali Bey, publicada en Francia y dedicada a Luis XVIII

    Tras enviarlo, el mismo no fue muy tenido en cuenta, y Domingo Badía decidió regresar a España en julio de 1808, estableciéndose en Madrid. Tras varias peripecias y ver que nadie le hizo caso al intentar publicar el contenido científico de su viaje, tuvo la suerte de ser nombrado intendente por José I (una especie de gobernador civil), monarca impuesto por su hermano Napoleón en España. Esto le llevó por Segovia y Córdoba.

    En Córdoba encontró por fin algo más de apoyo y presentó un proyecto para hacer navegable el río Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla e introdujo cultivos como la patata, la remolacha, el algodón e incluso diversas mejoras en agricultura, educación y urbanismo. Lamentablemente lo bueno no duró, siendo destituido en 1811 y detenido en 1812 acusado de corrupción. Salvado por sus contactos diplomáticos, al final tuvo que huir de España al ser derrotado Napoleón, estableciéndose en París.

    En la capital gala, pudo publicar los trabajos de sus viajes en varios tomos, atlas y mapas, dedicándoselo curiosamente a Luis XVIII, el monarca borbónico que sustituyó a Napoleón.

    Pero una persona inquieta como Badía no podía estarse quieta y en 1815 presentó al estado francés un plan actualizado para la conquista de Marruecos. En el mismo, señalaba que sería recomendable utilizar un príncipe musulmán como títere para evitar la llamada a la guerra santa, presentándose de nuevo él mismo como candidato. Los franceses no le hicieron caso, pero volvió a insistir, presentando esta vez un proyecto para colonizar África. Vemos que en el fondo era un adelantado a su tiempo.

    Y su suerte cambió en 1817, cuando Luis XVIII lo nombró mariscal de campo. Tras esto, propuso un plan para ir a La Meca y posteriormente a África, bordeando la costa atlántica para finalmente acceder al interior y llegar a Tombuctú, su sueño incumplido. De nuevo, la posibilidad de establecer vínculos comerciales y traer nuevos productos fue una gran baza jugada a su favor.

    Como no podía ser de otra manera, de nuevo sugirió ir disfrazado y bajo una identidad musulmana. En esta ocasión eligió el nombre de Hadj Alí Bin Utman (el peregrino Alí, hijo de Utman).

    SU ÚLTIMO VIAJE

    Partió de Francia en enero de 1818, llegando a Damasco en julio de ese mismo año. Cuando se proponía viajar hacia el sur, ocurrió lo peor. Y es que las fuentes nos dicen que cayó enfermo de disentería, lo que a la larga le provocó la muerte en septiembre de 1818 en los altos del Golán. He podido leer también que hay algunos rumores de que pudo ser envenenado por los servicios secretos británicos.

    Fallecía así un aventurero, una especie de precursor de los agentes secretos y un gran ilustrado. Puede que a veces se lo tuviera creído o que exagerase alguna información, pero sus trabajos son el reflejo de sus viajes e impresiones, algo muy desconocido en la Europa de la época.

    Muerte Domingo Badía
    Representación idealizada de la muerte de Domingo Badía en Siria

    ¿Qué recuerdo queda de su figura? En Barcelona tiene una calle en su honor (Carrer d’Ali Bey) y en Córdoba una plaza (Domingo Badía). Aparte de esto, hay algunos libros y obras sobre su persona pero el desconocimiento que se cierne sobre él es casi total a pie de calle.

    Sirvan estas líneas como homenaje para una persona que arriesgó su vida viajando y acercando dos mundos muy alejados culturalmente.

    ¡Hasta la semana que viene!

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    BIBLIOGRAFÍA

    • Fernando Ballano (2013), Exploraciones secretas en Asia. Editorial Nowtilus
    • Fernando Ballano (2013), Exploraciones secretas en África. Editorial Nowtilus

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