COMANDAR LA TRANSICIÓN
Bienvenidos una semana más al blog. Hoy os traigo una nueva entrega sobre la influencia de la CIA en la política española, que ya tocaba. Si recordáis, en la última entrada se trató el cómo la CIA financió y permitió el auge de partidos democristianos (Alianza Popular) y socialdemócratas (PSOE). En el caso del partido socialista, aún queda mucho por contar.
Pero antes de meternos de lleno de nuevo en el gobierno de Felipe González, por tal de seguir un orden cronológico, vamos a tratar la elección de Adolfo Suárez y su caída.
Me gustaría señalar, como ya he hecho en las anteriores entradas, que gran parte de la información aquí contada proviene de la obra “La CIA en España” de Alfredo Grimaldos (más info en la bibliografía). Esta información siempre la complemento buscando noticias de la época y algún que otro análisis de otro autor. Lo comento porque sois varios los que me habéis escrito preguntando al respecto. ¿Puede estar el autor equivocado? Podría, pero creo que es harto interesante el plantearnos la situación española desde el enfoque de la influencia de la CIA, pues haya sido éste más o menos fuerte, es cierto que ayuda a comprender algunos de los hechos de la época. Que cada uno juzgue a su parecer.
LOS CANDIDATOS A COMANDAR LA TRANSICIÓN
Adolfo Suárez fue una personalidad que sigue gozando de una gran popularidad en España. Le tocó lidiar con una época compleja, rodeada de incertidumbre y pese a las dificultades, estuvo a la altura. Aun así, no deja de ser curioso e hipócrita como muchas de las personalidades que lo siguen alabando, fueran las primeras en apuñalarlo políticamente y acabar con su carrera.
Pero bueno, ¿por qué fue Adolfo Suárez el elegido? ¿Fue el único candidato?
Lo primero es señalar que tanto Juan Carlos I y los propios estadounidenses buscaban una persona de fiar, sobre la que se pudiese ejercer una influencia y que viese con buenos ojos tanto al futuro monarca como el aperturismo español. Es por esto que deciden buscarla dentro del propio movimiento franquista, intentando encontrar un candidato católico y moderado pero a la vez alejado de las tendencias más reaccionarias aún latentes en el gobierno. Para asegurarse estas características, se busca también que no haya participado en la guerra civil (básicamente que no sea muy mayor), sea de familia “humilde” y no tenga fortuna personal (por lo que si quería hacer carrera se mantuviese afín a los que lo alzarían). Y como os podéis imaginar, este filtro, llevado a cabo por el SECED, organismo de inteligencia que como recordáis había colaborado con la CIA en varias ocasiones, dio como resultado una serie de candidatos.
El primero y principal, fue Fernando Herrero Tejedor, ministro y secretario general del Movimiento en la época, alguien que había apoyado la candidatura de Juan Carlos de Borbón. Pero muere misteriosamente en junio de 1975 en un accidente de tráfico. Por lo que he podido leer, sobre el accidente hay cierto oscurantismo, circulando rumores de que se le pudo quitar de en medio. Los que creen esta teoría, señalan que Fernando fue el fiscal que investigó la muerte de Carrero Blanco, y se cree que podía llegar a destapar incómodas verdades, como por ejemplo que ETA no era la única que estuvo detrás del magnicidio. Pero más allá de esto, no he podido encontrar nada.
Tras Herrero Tejedor, se ponen sobre la mesa tres candidatos: José Miguel Ortí Bordas (Vicesecretario del Movimiento), Rodolfo Martín Villa (gobernador de Barcelona) y Adolfo Suárez.
Pese a la elección de Suárez, tanto José Miguel Ortí como Rodolfo Martín gozaron de gran poder e importancia durante la transición. El primero llegó a ser subsecretario de gobernación con Suárez, llegando a ejercer diversos cargos políticos. El segundo, Rodolfo Martín, fue ministro de la gobernación también con Suárez y se ganó el apodo de “La porra de la transición”, por su excesiva dureza en reprimir manifestaciones obreras y estudiantiles. A modo de curiosidad, una jueza argentina emitió una orden de busca y captura internacional sobre su persona acusándole de cometer diversos crímenes durante este periodo. La misma fue al final rechazada.
Pero el poder atrae y varios fueron los que auto presentaron su candidatura para comandar la transición. El primero fue Manuel Fraga, quien no contaba con el apoyo de los estadounidenses, los cuales no se fiaban de él (pese a tener muchos contactos con ellos). Su candidatura quedó totalmente eliminada tras su desastrosa actuación en las matanzas de Vitoria y Montejurra. El segundo fue José María de Areilza, un peso pesado monárquico. Pese a sus claras simpatías monárquicas, su edad (casi 70 años) y perfil (había combatido en la guerra civil), provocó que no se le viera con buenos ojos. Él insistió y el SECED le colocó un micrófono en su despacho. Al poco, le insinuaron las “buenas relaciones” que mantenía con su secretaria, y esto fue suficiente para que decidiese retirarse. Curioso. Pese a ello, no fue apartado del todo y gozó de poder e influencia durante la transición (pero atado en corto, por supuesto)
Por cierto, ahora que menciono las escuchas, hago un pequeño paréntesis. En los años finales del franquismo y primeros de la transición, el SECED y la CIA llevaron a cabo la recopilación de información de un gran número de personalidades de diverso origen e influencia. Con el nombre de Jano, parece ser que llegó a ser demoledor. Incluía información de las alrededor de 10.000 personas punteras del país, tanto de su vida pública y privada y se dice que fue utilizado a modo de chantaje en más de una ocasión para hacer recular a alguien o “cambiar su punto de vista”. Le atribuyen éxitos en obligar a las cortes franquistas a votar gran parte de las reformas programadas hacia la democracia y en apartar a aquellas personas no deseadas ni por el monarca ni por los EEUU. Espionaje del bueno a los propios españoles, una vez más.
EL «ÚLTIMO IMPEDIMENTO»
Volviendo a los candidatos, al final, y como todos sabemos, Suárez se llevó el gato al agua y tanto EEUU como Juan Carlos I, apostaron fuerte por él. He podido leer que pese a atesorar las características principales buscadas por ellos, una baza fuerte fue el hecho de haber sido director general de Radio Televisión Española (RTVE), donde pudo hacer muchos contactos y estar al corriente de todo tipo de información tanto de la situación española como de diversas personalidades de postín del momento. Me pregunto si Suárez colaboró con Jano, aunque no sería descabellado si pensamos en el volumen de información que tuvo que gestionar en RTVE. Nunca lo sabremos.
Pero había un último escalón para la llegada de Suárez y era Carlos Arias Navarro. Perteneciendo a una línea dura y asentada del franquismo, era visto con malos ojos por aquellos que pretendían mover la transición al siguiente nivel. Para quitarlo de la escena política, EEUU y su entorno español empezaron a airear información contraria a su persona, mostrándolo como un incompetente y como un obstáculo ante cualquier intento de regeneración política.
Por citar algunos ejemplos, en varios medios de la época, lógicamente proclives a EEUU y al cambio político, empiezan a aparecer artículos muy críticos contra Arias. El más llamativo de todos fue el aparecido en la revista estadounidense Newsweek, donde Juan Carlos I afirmó que Arias era “un desastre sin paliativos”. Por cierto, son varias las voces que señala que esta revista ha venido siendo el órgano de comunicación oficioso de la CIA. Al final siempre acabamos en la CIA.
Todo esto, sumado a la inestable situación política y social del momento, motivaron la caída de Arias Navarro, que como he dicho no gozaba del beneplácito yanqui. Suárez tenía por fin, vía libre.
ADOLFO SUÁREZ, AUGE Y CAÍDA
En julio de 1976, Adolfo Suárez llegaba a presidente del gobierno. Se iniciaba así otro periodo de la transición, cuyo objetivo principal era comenzar a desmontar el aparato político franquista y adaptarlo al modelo constitucional ya aplicado en otras democracias del entorno europeo.
En este punto Suárez fue determinante y pese a lidiar con una situación compleja, poco a poco España fue siguiendo el camino constitucional. Aun así, en un principio no fue de la simpatía de algunos sectores del país, pero su imagen ganaría mucho peso con el tiempo.
Son muchas las historias que se podrían contar de este periodo, pero por ceñirnos únicamente a la CIA, me gustaría mencionar varias.
La primera la encontramos en cómo pudieron las mismas cortes franquistas finiquitar con el modelo que llevaba imperando décadas. Según he podido leer hubo de todo. Algunos se percataron de que EEUU andaba detrás y supieron apartarse a tiempo. A otros el archivo Jano se encargó de recordarles sus trapos sucios personales. Un buen número, vio una excelente oportunidad de progresar políticamente en el nuevo régimen constitucional y se adaptaron. Y los más reacios e inmovilistas, pronto se vieron sin apoyos políticos ni económicos (en cuanto a financiación de sus partidos), pasando a tener un peso residual. Pero pese a este supuesto viraje político, no hay que olvidar que la transición no alteró las estructuras de poder de las grandes familias del franquismo, para las cuales, y en palabras de Julio Anguita, fue una “transacción, en lugar de transición”.
Quien conozca a la CIA y al poder en general, sabe que cada persona tiene una fecha de caducidad. Y la figura de Suárez no iba a ser menos. Una vez encaminado el nuevo modelo, parece que EEUU pensó que había llegado el momento de poner en el tablero de juego su sistema dualista de partidos democristianos y socialdemócratas. Esto abriría el camino a la tercera fase de la transición y aunque contaban con poder desarrollarla sin imprevistos, se encontraron con uno importante: El propio Adolfo Suárez.
Parece ser que Suárez se resistió a abandonar el poder, provocando el deterioro de sus relaciones con EEUU. Si miráis por internet, son muchas las fuentes que señalan que es aquí cuando Suárez empieza a recibir presiones tanto de la casa real, como del ejército y de la clase política. Y cuando digo presiones, incluyo amenazas.
Al final, viéndose desplazado, amenazado y traicionado por su entorno (incluyendo los barones de su partido, la UCD), Suárez acaba dimitiendo el 25 de febrero de 1981. Y cuando su relevo, Leopoldo Calvo-Sotelo iba a tomar posesión del cargo, ocurre el famoso golpe de estado del 23F.
¿Tuvo la CIA algo que ver en el 23F? ¿Qué intereses podía tener? ¿Cómo actuó al respecto? Intentaré responder a estas preguntas en la próxima entrada.
¡Nos vemos la semana que viene!
Lee otras entradas sobre la CIA en España
BIBLIOGRAFÍA
- Alfredo Grimaldos (2006), La CIA en España: Espionaje, intrigas y política al servicio de Washington. Editorial Debate.
- Anna Grau (2011), De como la CIA eliminó a Carrero Blanco y nos metió en Irak. Editorial Destino.
- Artículo de El País sobre Juan Carlos I y Arias Navarro
- Artículo del Diario de León sobre la dimisión forzada de Adolfo Suárez
- Mala relación entre Adolfo Suárez y Juan Carlos I