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LA TROMPETA DE JERICÓ

Paradojas de la guerra

LA GUERRA Y SUS PARADOJAS

ÍNDICE DEL POST

    La entrada de esta semana va a ser una pequeña reflexión sociológica sobre la guerra y aquellas contradicciones que emanan de ella. Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha venido resolviendo muchos de sus problemas (o creándose nuevos) gracias a las armas. Tenemos miles de ejemplos que lo demuestran.

    Pero resultan muy llamativos los efectos y particularidades que una guerra puede tener en las sociedades a la que afectan. Hay hechos cuyo significado o valoración cambian completamente a si ocurren dentro o fuera de ella. Y este carácter extraordinario es el que me propongo explicaros, eso sí, dese el punto de vista occidental (que es el que conozco).

    Os dejo con las 4 siguientes:

    LA GUERRA, UN CHEQUE CASI EN BLANCO

    Y la primera paradoja la encontramos en la doble lectura que unos hechos pueden tener.

    Supón que por la razón que sea matas a una persona. Lógicamente si ese acto se cataloga como asesinato, recibirás el rechazo social y la correspondiente carga penal asociada. Tu reputación quedará manchada y de algún modo serás excluido de la sociedad.

    Ahora bien, ¿y si este acto se realiza en una guerra contra el enemigo? El cambio puede ser importante. Salvo excepciones, será considerado como un hecho noble y conllevará renombre. Puede incluso aplicarse la máxima de que a más muertes en combate, mayor reputación y fama. Si no termináis de verlo, ved las listas de pilotos que derribaron aviones o los francotiradores. A mayor número de bajas, mayor reconocimiento e incluso categoría de héroe (¿quién no conoce al Barón Rojo?).

    Resulta muy paradójica esta diferencia de valoración para un mismo acto. Es como si la guerra lo justificase todo. Bueno todo no, hay una salvedad que es otra paradoja.

    Miremos por ejemplo las invasiones de Irak y Afganistán. En ellas hubo una serie de polémicas por el tema del trato a prisioneros y caídos. Pero la que se llevó la palma fue el vídeo en el que unos soldados estadounidenses orinaban sobre los cadáveres de unos talibanes. El mismo aunque desató la polémica, no sirvió para abrir el debate sobre una terrible contradicción inherente. Que los talibanes hubiesen muerto a manos de los soldados, eso sí que está asumido por nuestras cabezas, pero ¿hacerle algo a sus cadáveres? ¿No es supuestamente una vida lo más valioso de una persona? ¿Por qué asumimos tan fácilmente que se le puede arrebatar la misma y nos echamos las manos a la cabeza con lo que pase después? ¿Dónde está el límite? Da que pensar todo esto.

    TEME MÁS A TU AMIGO QUE A TU ENEMIGO

    Puede que esto no sea en sí una contradicción pura y dura, pero es llamativo como se fuerza psicológicamente a un soldado para seguir luchando incluso por encima de sus posibilidades. La guerra, o más bien el aparato propagandístico bélico, suele crear una doble concepción muy curiosa.

    Lo “normal” sería que tu mente estuviese únicamente centrada en aplacar a ese enemigo presentado como la raíz de todos los males y vicios. Por cierto, y a modo de paréntesis, es rasgo común el deshumanizar el enemigo para justificar cualquier acción sobre él.

    Pero por paradójico que resulte, puede haber en el soldado un miedo mayor al que le ocasiona el enemigo: El miedo hacia su propio estamento militar si se sale del camino trazado.

    Si mira hacia adelante y entrega su vida luchando, habrá reconocimiento social, multitud de monumentos en recuerdo al valor y el coraje, memoriales de guerra, películas, etc… Pero, ¿y si decide dejar de luchar y desertar? La propia maquinaria del conflicto lo tratará como un traidor a la patria, un vendido e incluso peor que el propio enemigo. La simple reprobación social será suficiente para que no tenga a ningún sitio donde ir. Será juzgado por sus autoridades e incluso fusilado a modo de ejemplo.

    Por lo tanto sólo hay algo peor que el enemigo; un traidor. Así de simple es el concepto. Si un soldado poniendo sentido común deja la lucha y entiende que la masacre debe acabar, será su sentencia de muerte. Por lo tanto he aquí la doble cara y como aquellos que deberían ser tus mejores aliados, pueden convertirse en tu peor pesadilla.

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    Los que queráis un ejemplo, podéis encontrar miles a lo largo de la historia. Por citar uno, mirad vídeos de lo que les pasaba a los soldados soviéticos que desertaban, se retiraban o no querían avanzar. Stalin lo inmortalizó en una frase: “En la Unión Soviética hay que tener más valor para retirarse que para atacar”.

    UNA BOMBA PARA LA PAZ

    Esta es quizás la paradoja más chocante con el concepto de la guerra. ¿Pueden las armas ser el mejor garante de la paz? La respuesta es sí.

    Maticemos. No son las armas en sí, sino el miedo a sufrirlas. Una de las razones que ha evitado más de una guerra a partir de la segunda guerra mundial ha radicado en la presencia de armamento nuclear en ambos posibles contendientes. Poseer esta tecnología hace que uno se lo piense dos veces antes de iniciar las hostilidades.

    El mejor ejemplo de ello es la guerra fría. En este periodo las guerras se daban en terceros países con diferentes intereses estratégicos, nunca entre EEUU y la Unión Soviética.

    Llama la atención como algo cuyo fin es destruir y matar sea la razón, al menos indirectamente, de nuevas destrucciones y muertes. Por eso con la crisis iraní, algunas personas señalaban que si tuviesen la bomba atómica sería una garantía de estabilidad en la región. Puede que no al 100% pero cambiaría la diplomacia y geoestrategia de la zona seguro.

    LA GUERRA Y LA IGUALDAD SOCIAL

    Guerra y propaganda son generalmente dos conceptos que hacen que la población se una contra el enemigo. Pero al mismo tiempo es en sí un arma que separa a personas de ambos bandos y las divide de un modo muy atroz.

    Particularicemos haciendo zoom dentro de un bando. En una misma nación podemos encontrar fuertes desigualdades sociales y una estratificación entre ciudadanos y aquellos considerados como inferiores o de segunda clase. Estas desuniones y barreras pueden ser destruidas por el propio conflicto (al menos en apariencia). La guerra puede por tanto ser el catalizador de importantes transformaciones sociales en pos de la igualdad y he aquí la paradoja. ¿Somos nosotros iguales pero el enemigo distinto?

    Os sitúo dos casos y os enfoco el siglo XX con las guerras mundiales y el conflicto de Vietnam.

    Las mujeres y la guerra

    La ingente demanda de soldados varones durante ambas guerras mundiales provocó que las fábricas se quedasen casi desiertas. Si no había personal, no se producían armas y víveres y la guerra no podía abastecerse. ¿Cómo se arregló? Incluyendo a la mujer en un puesto que generalmente estaba reservado a los hombres. Las necesidades bélicas catapultaron a la mujer a la primera escena y demostraron que eran capaces de hacer todo tipo de trabajos duros. La primera consecuencia fue un choque de concepciones con un fuerte impacto. La segunda lógicamente, un gran estallido en favor de los derechos de la mujer.

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    Las colonias y soldados de color

    Las mismas necesidades de soldados provocaron que por ejemplo Reino Unido y Francia buscasen en sus imperios coloniales. De repente, aquellas personas consideradas como incivilizadas, tribales e inferiores ganaron un importante protagonismo. Pasaron de ser súbditos de clase inferior a un valioso recurso. La propaganda los presentó como héroes y valientes pero la luna de miel no fue eterna. Posteriormente al conflicto y por los servicios prestados, reclamaron su derecho a independizarse. Y la intransigencia demostrada por los imperios de los que dependían provocó que surgiese la semilla de la descolonización posterior. Pero durante un tiempo gozaron de un status que sin la guerra dudo que hubiesen tenido.

    En el caso de EEUU, el mejor ejemplo lo tenemos con la gente de color y la guerra de Vietnam. El luchar codo con codo blancos y negros fue clave en la mezcla e integración de ambos a nivel social. La discriminación impuesta desde la arriba se fue diluyendo y poco a poco fue calando la idea de igualdad. Es cierto que ya antes Luther King y otros activistas pregonaban la igualdad, pero el contacto entre ambos no siempre fue claro. Los padecimientos de los soldados de la guerra demostraron que eran iguales y al volver a sus lugares de origen transmitieron este mensaje más civilizado. Pese a que hoy en día pueda seguir habiendo discriminación, es muy llamativo el choque de mentalidades de esa época. Y este es sólo uno de los efectos sociales que tuvo esta guerra en EEUU…

    soldiers

    Por lo tanto, tenemos de nuevo que la propia guerra puede suponer un avance social, pese a emplazar barreras en otras sociedades. Y además, se pueden obtener unos derechos sociales que de otra manera hubiese sido más lento y costoso.

    Por lo tanto, ¿tiene efectos positivos la guerra? Puede tenerlos.

    ¿Compensan estos efectos positivos los negativos? Eso ya es otro cosa distinta, y generalmente la historia nos ha enseñado que no.

    BIBLIOGRAFÍA

    La principal fuente consultada ha sido el curso online y gratuito que el profesor Miguel Centeno de la universidad de Princeton (EEUU) imparte en la plataforma Coursera. Recomiendo seguirlo porque hace un buen análisis sociológico de la guerra.

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