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LA TROMPETA DE JERICÓ

Destino al azar

EL AZAR Y EL DESTINO

ÍNDICE DEL POST

    Hacía tiempo que no escribía una reflexión  y hoy me gustaría tratar un tema que más tarde o más temprano acaba apareciendo en nuestras vidas. ¿Nuestra existencia está ligada a unas leyes definidas en la naturaleza, o todo es producto del azar?

    Esta misma pregunta lleva milenios haciéndosela el ser humano. Y por mucho que uno pueda avanzar en su desciframiento, pronto llega a la conclusión de que es infinita, ya sea porque no poseemos la suficiente capacidad de abstracción para ello o porque es algo tan intangible y extenso que se escapa a nuestra propia existencia.

    Si hacemos un repaso muy rápido por la historia, vemos en la antigüedad clásica como algunos pensadores buscaron las causas de las acciones que ocurrían. Este enfoque, orientado a los fines de estas causas y sus consecuencias, provocaba que las acciones se viesen como una secuencia de causas y efectos, estando la base de todos los fenómenos que ocurrían en una “causa detonante”  que permitía una evolución fija hacia otro estado (estamos ante un finalismo tanto teológico aristotélico como lógico platónico).6112110_orig

    El auge de las religiones monoteístas trajo consigo la simplificación de todos los procesos de la naturaleza a la figura de un Dios que regía los designios del universo. Estas religiones afirman que existimos porque un ente divino así lo quiso, y al mismo tiempo aunque reconoce que existen leyes universales las cuales no conocemos, todas obedecen a las definidas en la Creación. El azar existencial, como uno puede intuir, no cabe en esta concepción.

    Siglos después, Newton intentó combinar ciencia y religión en un modelo que resultaba más atractivo para la sociedad de la época, el determinismo científico. Es decir, suponiendo un instante cualquiera de tiempo y conociendo el estado de un cuerpo, lo fenómenos eran fácilmente determinables y deducibles racionalmente.  Pero he aquí la cuestión. Partimos siempre de un punto conocido, pero, ¿conocemos realmente de donde parte nuestra existencia?

    ¿Y el azar? Resulta muy curioso como la evolución de las matemáticas (en concreto la estadística), estuvo muy ligada a los juegos de azar, más que a la propia idea de que el mundo es azaroso. Pero más curioso es cómo se ha tratado al azar,  ya que siempre se ha buscado parametrizarlo y obtener una ecuación perfecta que permita dominarlo. Es decir, la concepción durante largo tiempo fue: ¿y si el azar en la naturaleza no es más que nuestra ignorancia ante hechos que no somos capaces de comprender?

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    En el siglo XX surgió un choque entre la mecánica cuántica y la relatividad. Para los cuánticos, aunque el determinismo hacía acto de presencia, asignaba al azar un papel importante en los fenómenos de la naturaleza. Einstein con su relativismo muy basado en el determinismo les respondió afirmando que “Dios no juega a los dados con el universo”. Pero a pesar de estas posturas, el determinismo seguía siendo clave.

    Y así llegamos a las últimas décadas, donde el debate ha girado en torno al determinismo, al azar y a otros dos parámetros conocidos como causalidad y caos. Las dos últimas teorías, las cuales no desarrollo por no hacer más compleja la entrada, han sido nuevas teorías surgidas de la interacción entre el determinismo y las nuevas formas de entender las reglas de la naturaleza. Os dejo por si estáis interesados con un vídeo al respecto:

    Si miramos este sucinto resumen, al final existen muchas teorías y explicaciones y ninguna es mejor que otra. Simplemente toman puntos de partida distintos para explicar un problema cuya respuesta se está haciendo de rogar.

    EL PROBLEMA DEL AZAR

    Aunque en el anterior resumen he mencionado en varias ocasiones al azar, es curioso señalar como las principales formas de abordarlo han tenido algo en común: Han intentado acotarlo, referenciarlo o medirlo. Paradójicamente, si realmente es azar, esta operación no sería posible, por lo tanto nuestra propia concepción sigue en el fondo creyendo que se aplican unas leyes deterministas a todo lo que nos rodea.

    ¿Por qué este determinismo? Y aquí entra en juego la propia esencia del ser humano. Existe un concepto, el destino, el cual además de estar muy ligado al determinismo de los fenómenos, tiene un peso importante en la sociedad que hace que el azar no genere muchas simpatías.

    A uno le gusta creer en el destino porque parece en el fondo como si hubiese un plan previsto para nosotros, y eso internamente a muchas personas les hace sentirse importantes y es incluso una base muy profunda de motivación. Pensar en que todo pertenece al azar y que las cosas ocurren porque sí, sin motivación aparente, conlleva el problema de que nos elimina “esa posición preponderante”.

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    ¿Es realmente esto suficiente como para desequilibrar la balanza azar-determinismo? Posiblemente sea un cúmulo de elementos, destacando por ejemplo la incertidumbre como otro.  Aquellas sociedades y personas con una aversión a la incertidumbre, serán más proclives a creer en el destino, pues aquí además de un factor social, aparece como un calmante de ansiedad ante el futuro.

    UNA FILOSOFÍA MIXTA

    Para acabar con la entrada, me gustaría comentaros un modelo que leí hace tiempo por internet y al cual he adaptado personalmente para enfocar este “problema” entre el azar y el determinismo. Yo lo llamo el ejemplo del dado.

    lanzamiento de un dado

    Consiste en suponer un dado (suponed 6 caras, aunque podría tener tantas como situaciones pueden darse). Cada cara tiene un número y ese número está ligado a un hecho que flota alrededor de nuestras vidas. Es decir, suponed que un número puede ser tener un buen trabajo, otro tener estabilidad amorosa, otro suerte en nuestros negocios personales etc. Ahora empezad a tirar el dado. Irán saliendo números y seguro que algunos se repetirán mientras otros lo harán menos o incluso no lleguen a aparecer. Esto podría motivarnos a pensar en que tenemos mala suerte o incluso culparnos a nosotros mismos de todo.

    Pero hay dos puntos sobre los que hay incidir. Que no aparezca no significa que no exista. Significa que simplemente que no se ha cruzado en nuestra vida o que no hemos sido capaz de verlo. Porque él no darnos cuenta de que está a nuestro alcance es otro de los problemas que el determinismo y el azar no pueden atacar.

    Caminamos por el mundo y constantemente tomamos decisiones en función de los estímulos que recibimos.  En muchas ocasiones, y haciendo el símil, nuestras acciones hacen lanzar el dado al tablero y poner sobre la mesa un aspecto concreto. Es en ese momento, si nos percatamos de lo que ocurre, cuando volvemos a decidir y seguramente volvamos a lanzar el dado.

    De este modo, tenemos una cadena de causas-efecto que aunque es determinista en el sentido de que siempre nos hace avanzar en un camino (nuestra vida) y alrededor de todas esas cosas que anhelamos, es en última instancia el azar el que decide si eso ocurre o no. ¿Se puede potenciar el azar? Más que potenciarlo, uno puede enfocarse hacia ciertos objetivos que hagan más factibles su aparición, pero en ningún caso se puede llegar a tener un dominio completo. Es como la expresión “la suerte hay que buscarla”.

    Dados2

    ¡Hasta la semana que viene y suerte con la búsqueda!

    BIBLIOGRAFÍA:

    Para la realización de esta no he tenido que consultar apenas bibliografía salvo para el pequeño recorrido histórico. Respecto al ejemplo del dado, no he sido capaz de encontrar la página de partida donde lo vi por primera vez.

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