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LA TROMPETA DE JERICÓ

Ucrania, el sandwich Euro-ruso

Desde hace algunas semanas, Ucrania ha sido noticia en diversos medios de comunicación. Como suele ocurrir en bastantes ocasiones, las noticias se limitan a mostrar los enfrentamientos y explicar muy someramente las razones del problema sin hacer un análisis correcto, lo que hace que mucha información se convierta simplemente en propaganda. Pero aparte de toda esta lucha que se nos presenta, se suelen olvidar muchas cosas que hacen que Ucrania sea una cuerda que es tirada por un lado por la Unión Europea y sus aliados y por otro por Rusia. Veamos algunas claves de esta pugna.

Inicialmente, hay que señalar que Ucrania desde hace siglos ha sido una zona de control o de influencia rusa. Y aunque en el año 1991 se desligó de la Unión Soviética, esta influencia no se ha apagado. En el propio país, la población de la zona oriental es pro rusa y la del oeste es pro europea. Y esta situación provoca tiranteces en la política interna del propio país de modo que se ven reflejadas en las pugnas entre partidos políticos, los cuales están muy influenciados o por Rusia o por Europa. El actual presidente, Viktor Yanukóvich, aunque es un candidato independiente, recibió para gobernar el apoyo del denominado “Partido de la regiones”, partido de tendencia pro rusa. La oposición, queda representada principalmente en el partido conocido como “Unión de todos los Ucranianos -Patria-“(de tendencia pro europea) y en menor medida por la “Alianza Democrática para la reforma” del ex boxeador  Vitaly Klitschko, de tendencia también pro europea.

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Es de especial interés señalar esta distribución política ya que aunque en Ucrania los partidos políticos son volátiles y no suelen durar muchos años (debido a que surgen diversas agrupaciones para presentarse a  las elecciones), siempre son fácilmente visibles los dos bloques de partidos. En cuanto un partido en el poder toma muchas medidas a favor de uno de los bloques, el otro moviliza a las masas contrarias y acaba desestabilizando el país. Y esto último lo han hecho tanto Rusia como el bloque Unión Europea-EEUU, pues aún perdura en la memoria la crisis que tuvo este país en el año 2004 (conocida como revolución naranja), cuando el presidente Viktor Yúshchenko, de tendencia pro europea sufrió un intento de asesinato al ser envenenado con dioxina, hecho que le dejó unas marcas en el rostro (foto). Por lo tanto, Ucrania no ha hecho más que oscilar desde un punto de equilibrio que es forzado continuamente.

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Pero, ¿qué tiene Ucrania para que ambos bloques la miren con especial interés? Una vez cayeron el telón de acero y la Unión Soviética, la Unión Europea fue agrandando poco a poco su influencia y fue englobando a los países que por su localización geográfica eran factibles de pertenecer a la unión y que tuvieron un pasado con influencia soviética. Así se adhirieron la República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Polonia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Lituania, Letonia y Estonia (algunos países ex yugoslavos se rumorea que su entrada puede darse en un futuro). Si miramos al este de estos países mencionados, nos encontramos con Bielorrusia, Moldavia y Ucrania. El escaso interés económico de la Unión Europea en Moldavia y Bielorrusia ha provocado que no se hable demasiado de la adhesión de estos países a la Unión Europea, pero con Ucrania todo es distinto. ¿Y por qué? Pues porque Rusia se niega a perder la influencia sobre un país que también es geoestratégicamente muy importante para él.

Y es importante para ambos bloques por razones de índole estratégica, destacando principalmente las económicas y las militares. Ucrania ha soportado la crisis mundial mejor que muchos países vecinos y actualmente su economía es la número 46 del mundo. El país exporta principalmente grano (se le denomina el granero de Europa), fundición de hierro y acero y otros productos siderúrgicos. Estos productos tienen una alta demanda tanto en Rusia como en la Unión Europea, de modo que su peso económico comercial es cada vez más considerable. Aún así, este crecimiento económico se ve sostenido por el dinero que le llega del exterior por algo que no produce.

Y es que militarmente, Ucrania tiene algo que Rusia guarda como un tesoro. Se trata del puerto de Sebastopol en la región ucraniana de Crimea. Este puerto con una utilidad principalmente militar, es el más grande y seguro de todo el mar Negro. Cuando la Unión Soviética desapareció, la nueva Rusia vio que no tenía una base naval en condiciones en el mar Negro donde estacionar su marina de guerra. Y debido a la importa geoestratégica de este mar, con el que se accede al Mediterráneo y por ende al resto de mares y océanos, Rusia vio la necesidad de encontrar una nueva, ya que en la franja de territorio suya que daba al mar Negro el único puerto apreciable era el de Novorossik cuyas instalaciones eran insuficientes. Tras unas importantes negociaciones, Rusia y Ucrania llegaron en 1997 al acuerdo de ceder la base de Sebastopol y otras instalaciones militares anexas de la zona a Rusia a cambio de 93 millones de dólares mensuales. El acuerdo era por 20 años, así que si nada cambia, expirará en 2017 y Rusia tendrá que buscar una nueva base. La importancia estratégica de esta base para la nación rusa y la pronta finalización del acuerdo, hacen que Ucrania tenga una baza importante para negociar. Al mismo tiempo, Rusia teme que si Ucrania entra en la Unión Europea y en la OTAN, se acabe con toda posibilidad de negociación de una prórroga del acuerdo. Por lo tanto, o Rusia acomete una importante inversión para mejorar el puerto de Novorossik o llega a un nuevo acuerdo con Ucrania. Y conociendo al país de Putin, está claro que Rusia no bajará los brazos y se limitará a perder algo tan sumamente importante para su marina de guerra, pues debido a la localización geográfica rusa, este país tiene serios problemas para establecer sus bases militares navales. El tiempo lo dirá, aunque se ha llegado incluso a afirmar que Rusia estaría apoyando al movimiento separatista Abjasio en Georgia con el fin de establecer una nueva base militar en el puerto de Sujumi, otro buen puerto del mar Negro.

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Otro punto caliente parte de darse cuenta de que a pesar del desarrollo ucraniano, al igual que muchos países de Europa occidental, Ucrania tiene problemas energéticos y requiere de ingentes cantidades de gas para calefacción y otros usos. ¿Y de dónde proviene este gas? Pues la gran mayoría, al igual que el de la Unión Europea, procede de Rusia (atraviesa principalmente Ucrania para llegar a Europa). Y aquí entra en juego el chantaje energético. Cuando la Unión Europea o Ucrania realizan medidas que perjudican a Rusia, ésta responde cerrando el grifo del gas o aumentando los precios. Esta situación se dio en 2005, 2006 y 2009 y el resultado fue una crisis que aunque duró poco, demostró a Europa lo frágilmente que está en materia energética.

Tras una serie de acuerdos en los que Ucrania se vio forzada a pagar el gas a un precio mayor llegó la calma. Europa, con el fin de acabar con esta dependencia energética de Rusia, buscó la energía en otro sitio, y es muy posible que la supuesta revolución árabe en Libia tuviese el fin de controlar un país muy rico en petróleo y gas. Con el fin de enviar mayor suministro de gas a Europa (aumentando la dependencia energética), Rusia construyó diversos oleoductos y gasoductos a través de Turquía y Bielorrusia.

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A pesar de todo esto, Ucrania, debido a su localización geográfica seguirá dependiendo de Rusia a nivel de energía (también chantajeada por la deuda externa ucraniana con el país ruso) y seguirá siendo una encrucijada entre la pugna energética entre Rusia y la Unión Europea. Rusia sabe que gran parte de sus beneficios proceden de este gas, y por tanto no puede tensar la cuerda más allá de un límite con la Unión Europea, aunque la horquilla con Ucrania pueda ser mucho mayor y sea un arma para tener controlado al país.

Por lo tanto ha quedado más o menos claro que las razones que los medios de comunicación han dado no son del todo correctas y carecen de visión de conjunto. Se dice que ha surgido un estallido pro Unión Europea, pero no se señala que al igual que muchos otros supuestos estallidos, obedece a una serie de intereses del bloque occidental con el fin de derrocar al primer ministro ucraniano, muy ligado a Rusia. Esta situación, muy posiblemente se acabe apagando de los medios de comunicación en breve, y Ucrania no vuelva a ser noticia hasta dentro de unos años, cuando otra crisis provocada la devuelva a los titulares de la prensa. La crisis actual del país, por muy fea que se pinte, se solucionará cuando Rusia, el “bloque occidental” y Ucrania se sienten a negociar una salida. Y está claro que esa salida pasa por tratar el tema de las bases navales, la energía y la influencia en la zona.

Así que, antes de creer a pies juntillas a los medios de comunicación, recomiendo analizar con tranquilidad los problemas de estas crisis que aparecen de vez en cuando, intentando identificar las principales facciones en pugna y viendo qué intereses están en juego. Sólo así se conseguirá comprender la situación y no caer en el engaño y la crítica fácil. En estos días la prensa “occidental” critica las actuaciones de Rusia en Ucrania, y supongo que la rusa criticará las actuaciones de la Unión Europea y sus aliados en el país. Y no es cuestión de buscar ni malos ni buenos, sino de darse cuenta de que aquí quien realmente sufre las consecuencias es como siempre la población, que se ve arrastrada a un conflicto azuzado desde fuera de sus fronteras.

En los próximos meses veremos las consecuencias de la lucha de dos gigantes en un campo de batalla de un país “neutral”, al igual que ocurriese en la guerra fría. Las similitudes en algunos casos son evidentes y me llevan a la siguiente pregunta: ¿Acabó realmente la guerra fría? ¿Vivimos ahora en una nueva fase de la misma dónde en vez de dispararse fusiles en terceros países, las armas que estrangulan son la deuda y la economía?

¡Hasta la semana que viene!

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