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LA TROMPETA DE JERICÓ

Robert Fortune y los secretos del té

UN SECRETO BIEN GUARDADO EN CHINA

ÍNDICE DEL POST

    Robert Fortune

    Primero me gustaría felicitaros el nuevo año, al ser esta la primera entrada que escribo en 2018. Quiero así mismo transmitiros mis mejores deseos.

    En la presente entrada la aventura nos visita y vamos a tratar unos hechos tan curiosos como generalmente olvidados. En la actualidad el té es quizás (y junto al café) la bebida preparada más consumida en el mundo. La podemos encontrar por todo el planeta y existen centenares de variedades distintas. Pero pocos saben que el cultivo del té fue un secreto para los occidentales durante gran parte de la historia. ¿Quién fue el encargado de descubrir sus secretos y brindarlos al mundo occidental? Pues un escocés que respondía al nombre de Robert Fortune. Vayamos con sus hechos.

    EL TÉ Y LOS EUROPEOS

    Pese a que el té se conociese en Europa fundamentalmente a partir de la edad moderna, los chinos llevaban milenios cultivándolo. Es curioso señalar que las crónicas muestran que el té verde lo trajeron los holandeses a principios del siglo XVII y que el té negro llegase casi un siglo y medio más tarde. Pese a estos datos, algunos podréis estar pensando que esta bebida llegaba a Europa desde Oriente Próximo ya desde la Antigüedad, y posiblemente tengáis razón, pero de nuevo, su “descubrimiento” general a las élites europeas y a los centros de comercio no se dio hasta la edad moderna.

    A modo de curiosidad deciros que en el mundo hay fundamentalmente dos palabras para denominar a esta bebida: Té o Cha. La primera es la más común y tiene su origen en el dialecto Amoy, una variante del grupo Hokkien, el cual se habla en el sudeste de China (regiones de Fujian e incluso Taiwán). La segunda, viene del cantonés, otra variante hablada en el sur de China. Resulta llamativo el hecho de que en Portugal esta bebida se llame chai y en España té, lo que muestra las dos variedades en los dos países. Por cierto, las variedades de té que empiezan por chai (por ejemplo chai latte), son esencialmente la palabra té. Así que si alguna vez pedís un té chai, recordad que estáis siendo redundantes.

    TÉ Y OPIO, EL NEGOCIO PERFECTO

    La historia nos dice que los británicos fueron los primeros que decidieron importar el té a gran escala y tras su desembarco en la India, comenzaron a buscar ventajosos acuerdos comerciales para ello con la China imperial. La misma, comenzó un proceso de apertura comercial al exterior, aunque siempre con reservas pues no se fiaba de las intenciones de los occidentales (el tiempo le daría la razón).   A modo de curiosidad, he leído que en 1800, el comercio del té generaba más beneficios que todo el comercio británico de la India.

    Así que a partir del siglo XIX, los británicos, a través fundamentalmente de la compañía de las Indias Orientales compraban grandes cantidades de té, además de seda, porcelana y otros accesorios. Pero esto llevaba un problema asociado. Y lo encontramos en el hecho de que los anglosajones eran incapaces de venderle casi nada a los chinos. Esto provocaba que las transacciones tuviesen que pagarlas con importantes cantidades de oro y plata, cantidades que crecieron hasta ser logísticamente poco rentables.

    China opium
    Importaciones de opio a China (fundamentalmente a través de los británicos)

    Y aquí surgió una de las peores facetas del ser humano. El afán de lucro ha solido ser a lo largo de la historia una lacra que ha tenido consecuencias terribles. ¿Qué decidieron introducir los británicos en China para poder abaratar sus compras? El opio. Así que introdujeron esta droga y fueron de algún modo responsables  de la inmensa cantidad de adictos que apareció en el país. Para que os hagáis una idea del negocio, pronto la exportación de opio de zonas de Pakistán y la India superó con creces el volumen de compras de té y otras mercancías. Por lo tanto se convirtió en un negocio altamente rentable (además de evitar tener que pagar con metales preciosos, solucionándose un problema, pero a qué coste…)

    Las autoridades chinas, reaccionaron presentando protestas formales, pero daba igual, pues pronto este negoció corrompió a parte de su élite. Pese a ello, los chinos que no cayeron en su influjo decidieron enfrentarlo y el resultado hizo peligrar parte de este lucrativo comercio. ¿La consecuencia? Varias guerras anglo-chinas, conocidas históricamente como las del opio. En las mismas comenzaría la debacle China, teniendo en cada paz que firmar condiciones aún más ruinosas.

    ROBERT FORTUNE

    Tras esta explicación sobre el opio (posiblemente en un futuro lo trate con más detalle), volvamos al té.

    Hay que señalar que desde el siglo XVIII fueron varios los aventureros que buscaron hacerse con la planta del té y descifrar el secreto de su producción. Tras algunos intentos, en 1763, el botánico sueco Carl Linneo consiguió una planta, pero no pudo descifrar su procesamiento. Años más tarde, un diplomático y lord británico, Lord Macartney, consiguió varias semillas y las plantó en la India, pero el resultado fue de baja calidad. Por la misma época los británicos descubrieron que en el norte-noreste de la India había zonas donde se producía té, pero de nuevo, su calidad era muy inferior al importado desde China. Así que si se quería desvelar su secreto, había que viajar a los lugares donde se producía y jugarse la vida, pues como secreto que era, se podía pagar esta osadía con la muerte. Y aquí aparece el protagonista de esta historia, Robert Fortune.

    Robert Fortune
    Robert Fortune

    Nacido en Escocia en 1812, pronto encaminó sus estudios hacia la botánica, llegando a desempeñar diversos puestos en sociedades botánicas británicas de la época. Aprovechando que los tratados firmados tras la guerra del opio permitían a occidentales acceder a ciertas zonas de China y realizar estudios botánicos (entre otras cosas), decidió enrolarse en una misión de recolección. Pese a que su objetivo real no era el de descubrir los secretos del té, el secretismo y la posibilidad de grandes recompensas fueron poco a poco calando en el personaje.

    En su primera estancia en China de 3 años, pudo observar gran parte de la cultura y tradiciones de sus habitantes. Recorrió zonas de Hong Kong, Amoy, Shanghái y lugares donde se permitía el paso a los europeos. En sus notas dejó reflejadas aspectos culturales y pronto se percató de que si quería lograr algo, debía aprender chino, idioma que comenzó a aprender (y que aprendió). También dejó reflejado en sus escritos todo el negocio y contrabando del opio y la impunidad que con la que se realizaba en muchas ocasiones.

    Pero entre sus andanzas, llegó a disfrazarse con éxito de chino (llevando coleta postiza) con el fin de visitar regiones prohibidas a los extranjeros. El objetivo  como dije, acercarse a las fuentes de producción del té. La primera consecuencia, es que pudo constatar algo que se desconocía en Occidente; Que el té verde y el negro procedían de la misma planta (Thea viridis), llegando a obtener numerosos y variados ejemplares.

    Thea viridis
    Thea viridis, la planta de la que se obtiene gran parte del té verde y negro

    DESCIFRANDO LA PRODUCCIÓN DE TÉ

    Tras un regreso al Reino Unido en 1846 donde publicó las memorias de su viaje, regresó a China en 1848. Esta vez, su misión era muy clara. Había sido contratado por la compañía de las Indias Orientales para realizar un viaje clandestino con los que conseguir plantas y semillas de té de calidad y descifrar el secreto de su producción. Para ello iba a tener que acceder a zonas estrictamente prohibidas del interior Chino, a unos 300 kilómetros de la costa.

    Asian map XIX
    Mapa del siglo XIX de oriente lejano con la distribución de regiones y provincias.

    Tras diversas peripecias, pudo llegar a Tun-Che y Sung-Lo, lugares donde se producía y empaquetaba el té que acababa en el Reino Unido. Aquí descubrió que teñían algunos tés con productos químicos para que tuviera un color más uniforme, algo que atraía más a los europeos (curioso).  En un segundo viaje por la zona (esta vez en Hukou) poco después, descubrió que un baremo de calidad del té consistía en evitar que los tés mejores fueran apoyados en el suelo, donde perdían calidad al mojarse.

    Conforme viajaba, compraba y obtenía semillas y plantas (solía camuflarlas y protegerlas en musgo y papel encerado). En otra obra que nos legó, explicó el proceso de cuidado de las mismas algo que se desconocía totalmente. Señalaba que debían dejarlas crecer al menos tres años antes de cortarle las hojas por primera vez y que debían ser cambiadas cada 10-12 años. También descubrió que el nombre o lugar de procedencia del té lo ponían en el puerto de salida no siendo este generalmente su lugar real de origen (estas cosas siguen pasando en pleno siglo XXI). Solían cambiarle el nombre en función de la demanda.

    También, respecto al té verde y negro, señaló como dije que procedían ambos de la misma planta, estando la diferencia en el tiempo que se dejaba secar y el número de tuestes (siendo más numerosos en el té negro).

    Cultivo té
    Agricultores chinos cultivando té

    Pero Robert Fortune fue más allá y se atrevió a realizar un análisis coste-beneficio de la producción de té. Señaló que el principal beneficiario y razón de aumento del precio correspondía al intermediario británico (aún en la actualidad los intermediarios encarecen en gran medida el producto). Pero además, llegó a la conclusión de que debido al precio de la mano de obra, el té nunca sería rentable producirlo en países como Gran Bretaña, Estados Unidos o Australia.

    Una vez obtenido suficiente material, tocaba regresar y sobre todo enviar las semillas de un modo seguro y eficaz. Tras probar diversos sistemas, su transporte lo hizo en una especie de cajas invernadero donde las plantaba (aguantando los viajes largos). Este sistema fue revolucionario pues generalmente las semillas llegaban en mal estado a la India o Gran Bretaña.

    Así que en 1851 regresó a la India, habiendo conseguido llevar más de 13.000 semillas germinadas. Las llevaría a Sikkim, un estado indio entre Nepal y Bután, plantándolas en Darjeeling (¿no os suena este nombre en el mundillo del té?)

    EXPANSIÓN DEL TÉ

    Tras el éxito de su misión, le ordenaron inspeccionar todas las plantaciones de la India. Lógicamente y en vista de todo lo aprendido, criticó duramente el sistema por ineficaz. Una curiosa crítica argumentaba que si era necesario el riego, las plantas no estaban en el lugar correcto, ya que deberían crecer sin necesidad extra de agua. Otra fue que los indios cortaban las hojas mucho antes de los primeros 3 años tras haber sido plantada.

    Ligado a esto y con el fin de mejorar la producción reclutó personal chino pagando importantes sumas para procesar y cultivar el té y para utilizarlos como intermediarios en la compra de más plantas.

    Tras estos éxitos, siguió viajando a China, donde a la par que seguía perfeccionando su conocimiento del té, empezó a interesarse por la producción de seda. Más tarde, trabajó para los EEUU suministrándoles plantas y semillas a la par que seguía visitando zonas de China e incluso Japón. Y así anduvo por el mundo y por Gran Bretaña hasta abril de 1880, cuando la vida de este llamativo aventurero tocó a su fin habiendo dejado varios libros donde narró sus peripecias por el lejano oriente.

    Su estudio y obra permitió crear enormes plantaciones en Ceylán (Sri Lanka) y la India, las cuales por su competencia hicieron un enorme daño a las exportaciones chinas (lo que la endeudó más debido al opio). Fortune catalogó 207 plantas de té desconocidas en occidente y en honor a su trabajo 12 llevan su nombre.

    Robert Fortune
    Una de las obras escritas por Fortune sobre sus peripecias en China

    CONCLUSIONES

    ¿Cómo debería ser catalogado Robert Fortune? Pues depende desde donde decidas fijar tu posición. Para los chinos fue un ladrón, pues el “robo” de sus secretos le acabó costando comercialmente muy caro a China. Para Occidente y en especial los británicos fue un gran ejemplo, pues expandió la producción de té (a un menor precio) y descubrió y catalogó multitud de nuevas plantas (para Occidente claro). Quizás este aspecto botánico sea la parte que más le honra.

    ¡Nos vemos la semana que viene!

    BIBLIOGRAFÍA

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