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LA TROMPETA DE JERICÓ

Navidad en las trincheras

LA TREGUA DE NAVIDAD DE 1914

ÍNDICE DEL POST

    1914, Europa se ahoga en el desastre. La guerra ha calado hondo en la población y ésta, manipulada y borracha de un sentimiento de júbilo bélico se lanza a una guerra que será terrible. Todos pensaban que por navidad podrían estar de vuelta en sus hogares con la victoria bajo el brazo, pero la realidad fue bien distinta y durante más de cuatro largos años, los cañones, bombas y disparos fueron el medio de comunicación entre personas.

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    Pero el objetivo de esta entrada no es relatar un horror que ya ha quedado patente en muchos libros y películas, sino el de sacar a la luz un hecho insólito que la próxima Nochebuena cumplirá 100 años. Muy posiblemente sea conocido por gran parte de los lectores de este blog, pero aún así he querido dedicar mi homenaje a aquellos hombres que durante algunos momentos pusieron cordura en mitad del campo de batalla.

    Las malas previsiones sobre la duración de la guerra tuvieron como resultado que la navidad se le echase encima y que pillase a los soldados en las trincheras. Por cierto, unas trincheras que fueron el ejemplo de condiciones de vida altamente insalubres, motivo que provocó un sinnúmero de enfermedades en sus ocupantes. Como el desánimo empezaba a cundir en la tropa, los oficiales permitieron que se celebrasen actos navideños de confraternización en ellas, de modo que la moral se mantuviese elevada y por otro ayudar a crear un compañerismo entre los soldados, que ayudase a limar las asperezas surgidas debido a los largos periodos recluidos en las trincheras.

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    Y así todo comenzó a adornarse con guirnaldas, luces y árboles. El mundo estaba sumido en la guerra, pero el espíritu navideño poco a poco fue materializándose y llegando a cada rincón (lógicamente no en todos los sitios de igual modo). De las trincheras hacia adelante, en la conocida como tierra de nadie, todo era muerte y desolación,  pero de las mismas hacia atrás, se vivía una calma navideña extraña. Del mismo modo anteriormente citado, en la Nochebuena de 1914 los cañones se silenciaron momentáneamente para que todos pudiesen celebrarla a pesar de estar lejos de sus hogares. Pero lo que muchos no pensaban era que la celebración en algunos frentes de batalla iba a convertirse en un momento para que soldados de países en guerra saliesen de las trincheras y celebrasen juntos una tradición que demostró ser más fuerte que el odio surgido antes y durante la guerra.

    Y de todos esos sitios, parece ser que los hechos más insólitos se dieron en Bélgica. La nación belga, fue una de las primeras en sufrir el encarnizamiento de la guerra y su territorio quedó dominado principalmente por el Imperio Alemán y por algunas zonas controladas por los ejércitos belga, francés y británico. Además hay que señalar que esta frontera se convirtió en zona de brutales combates como los dados alrededor de la localidad de Ypres.

    Christmas Truce 1914, as seen by the Illustrated London News.

    Con este panorama nos situamos en diversos puntos de la frontera entre ejércitos y especialmente en aquellos cuya distancia entre trincheras era pequeña. La historia ha querido señalar que los alemanes fueron los primeros en adornar las suyas de modo que aquellas “zanjas de muerte” resultasen menos terribles a la vista, aunque sólo fuese durante unos días. Aquellos soldados del bando contrario cuyos puestos estaban en las inmediaciones fueron testigos de estos hechos e intentaron responder del mismo modo decorando las suyas con lo que encontraban.  Ambos ejércitos se miraban, miraban como una tradición los unía en un momento donde la propaganda vomitaba odios viscerales e historias imposibles.

    Y en un momento dado la magia ocurrió. Desde las trincheras alemanas se oyó el canto de “Noche de Paz”, un villancico que caló hondo. Los anglofranceses aunque no entendiesen la letra si conocían la canción y embelesados se quedaron escuchándola hasta el final. Se cuenta que tras la entonación de la última nota por parte de los alemanes, “sus enemigos” respondieron con aplausos e inmediatamente contestaron comenzando a entonar otra canción. Y los cantos, vítores y aplausos se fueron sucediendo junto con los gritos de feliz navidad.

    El siguiente paso era cuestión de tiempo que se diese. Varios soldados saltaron a la tierra de nadie e invitaron a los contrarios a unirse a ellos. Aunque en un principio hubo reticencia, al poco fueron muchos los que abandonaron sus puestos y salieron afuera. Imaginaros el contacto. Estabas junto aquel al que te habían dicho que debías matar y aunque los soldados sabían que debían obedecer órdenes, todos se encontraban bajo el hechizo del espíritu navideño. Al poco de encontrarse, estos empezaron a intercambiar cigarrillos, alcohol, adornos y buenas palabras. Se cuenta que hasta hubo lugar para las bromas y que incluso algunos soldados se vistieron como sus contrarios.

    Christmas Truce 1914, as seen by the Illustrated London News.

    Pero todos se dieron cuenta de que en la tierra de nadie quedaban aún cadáveres que no habían podido ser enterrados. Fue por esto que los religiosos que se encontraban decidieron dar una misa conjunta en varios idiomas en su honor, tras lo cual todos se afanaron en la tarea de enterrar a sus caídos. Tras posteriores intercambios de palabras y presentes, todos volvieron a sus trincheras.

    Pero sin que se dieran cuenta en ese momento, algo muy especial había ocurrido. Los soldados observaron que sus supuestos enemigos eran personas como ellos mismos, que sufrían igual y que no querían ocupar aquellos lugares. Se dieron cuenta de que la propaganda que los presentaba como crueles asesinos era toda una sarta de mentiras e instigadora de odio. Y cuando te das cuenta de eso y ves que tus rivales son como tú y que ambos lo pasáis mal, surge la empatía. Y la empatía trae consigo que seas capaz de desobedecer las órdenes recibidas con el fin de evitar que mueran esas personas.

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    Según he podido constatar, aunque la duración de la tregua no fue igual en todos sitios, sí que empezaron a darse hechos curiosos. Algunas piezas de artillería empezaron a “errar” sus tiros (ya sea a caso hecho o porque la información recibida era falsa), en ocasiones antes de un bombardeo se avisaba a las trincheras contrarias para que se refugiasen e incluso he llegado a leer que en tierra de nadie se empezaron a dejar objetos que hacían falta a los enemigos de modo que aliviase su sufrimiento. El motor bélico había sido parado a pequeña escala. La conocida como “Tregua de Navidad” había sido un éxito.

    Pero claro, no todo el mundo estaba de acuerdo y algunos informaron a sus oficiales superiores sobre los hechos ocurridos. Y al llegar a oídos de los altos mandos, estos montaron en cólera. Aseguraban que eran inaceptables estas confraternizaciones y que era un peligro a evitar, pues en caso de extenderse, sus objetivos bélicos podrían verse en un serio apuro.

    Su máxima fue: La guerra debe continuar y en la consecución de este objetivo los altos mandos de todos los países se aseguraron de que no volviesen a ocurrir treguas no autorizadas. Para ello rotaron cada poco tiempo a todos los soldados de las trincheras sospechosas de colaboración, en las vísperas de Nochebuena fueron ordenados bombardeos masivos de artillería e incluso en los casos considerados como más peligrosos, se enviaba a esos soldados a misiones suicidas para que no regresasen y pudiesen “contagiar” a sus camaradas.

    Pero por suerte estas medidas en el caos de una guerra enorme no pudieron ser llevadas 100% a cabo. Fueron muchas las treguas de este tipo contabilizadas en los diversos frentes de batalla y cuando no pudieron realizarse, en ocasiones los soldados mostraban pancartas o símbolos para señalar el respeto hacia sus contrarios.

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    En definitiva, estos hechos demuestran que por muy bajo que se obligue a caer a un ser humano, siempre hay una fuerza interna que bajo determinadas circunstancias hace acto de presencia y con su magia provoca hechos increíbles. No debemos olvidar estos hechos, no debemos olvidar que aunque nos generen unos odios contra algunas personas, es muy probable que ellos estén bajo el mismo influjo propagandístico y que las cosas que unen sean muchas más de las que nos separan.

    Espero que este homenaje a esos valientes que decidieron dejar de lado las armas y celebrar la Navidad haya estado a la altura y que todos hayáis aprendido de ello.

    Para aquellos a los que les haya conmovido esta historia, les recomiendo el visionado de la película ¡Feliz Navidad! (Joyeux Noel) donde se relatan estos hechos.

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    Por último, señalar que esta es la última entrada de este año y sólo me queda desearos una Feliz Navidad, un próspero año 2015 y que la trompeta siga sonando durante mucho tiempo.

    Si os ha gustado, podéis leer más entradas sobre la primera guerra mundial.

    ¡Nos vemos el año que viene! 🙂

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