INDIOS Y PAKISTANÍES
En esta ocasión os traigo un fenómeno del siglo XX tan curioso como terrible. Debemos para ello remontarnos al mundo post segunda guerra mundial. Un momento en el que los países comenzaban el largo camino de recuperación de una de las confrontaciones bélicas más terribles de toda la historia. El mundo no volvería a ser el mismo y entre estos cambios encontramos el fenómeno conocido como la descolonización. Particularicemos.
La India es percibida por Occidente como un país exótico, místico, complejo y superpoblado. Gigante donde los haya, fue durante siglos codiciado por portugueses, ingleses, franceses etc… Al final, fueron los británicos los que acabaron imponiendo su bastón de mando en la que pasó a ser la joya de su corona. La simple sospecha de que pudiese ser amenazada hacía saltar inmediatamente todas las alarmas. Quien no me crea, que analice el periodo que va entre 1910 y 1945. La mejor demostración la hallará en el Canal de Suez, el cual fue defendido con uñas y dientes. ¿Por qué? Porque era la vía fundamental del transporte de mercancías a la India. Su pérdida hubiese supuesto un duro golpe para su domino del comercio mundial. Pero no se dieron cuenta de que su “enemigo” lejos de estar fuera, yacía en el seno de su joya.
LA GRAN EVASIÓN
Pese a resultar vencedora, la segunda guerra mundial tuvo unas negativas consecuencias económicas para los británicos. Su hacienda quedó exhausta y su máquina comercial debilitada. Además acababa de surgirle un terrible competidor: Los EEUU, los cuales habían acabado la guerra con un nivel de producción impensable años antes.
Esta debilidad fue esencial en el fenómeno conocido como descolonización, siendo el caso Indio quizás de los más sonados. Todos conocemos a Mahatma Gandhi y su campaña de desobediencia civil, a lo movimientos anti colonialistas asociados y en definitiva a las ganas de independencia. Sería muy largo de detallar todo el proceso, así que resumámoslo en que a los británicos la situación se les fue de las manos. No podían costearse una guerra allí, su reputación quedaba manchada cada vez que reprimían alguna manifestación y por simple demografía eran muy inferiores. Así que acabaron asumiendo, tarde eso sí, que habían perdido su joya.
Como consecuencia, les entró la prisa. Y hay un refrán que asegura que ésta no es buena consejera. Salir de la India se convirtió en un objetivo básico. Buscaban aplicar el principio de más vale retirarse elegantemente que siendo humillados internacionalmente. Esto le permitiría intentar seguir ejerciendo influencia económica en el país, hecho que con el tiempo pasaría a llamarse neocolonialismo. Decididos a huir hacia delante, comenzaron a sentar las bases de un futuro estado Indio. Pero había varios problemas. ¿Cómo salir? ¿Qué gobierno dejar? ¿Qué hacer con la diversidad religiosa del territorio? Ojo que a esta última pregunta porque fue la raíz de otro hecho terrible del duro siglo XX.
¿UNA O DOS INDIAS?
Para entender la problemática, hay que mirar la distribución entre musulmanes, hindúes y sikhs en el noroeste y este de la India imperial británica. En la imagen que os dejo a continuación hay un ejemplo para verlo. Como dato extra, en 1946 el país indio contaba con alrededor de 400 millones de personas, de los cuales aproximadamente 255 eran hindúes, 92 musulmanes y 6 sikhs.
Los británicos, pese a su huida, no querían perder todo contacto con el país. Por esto contactaron con los líderes independentistas para buscar una solución. Líderes como Gandhi y Pandit Nehru pedían que tras la marcha británica se formase un único estado indio multi-religioso. Pero los líderes musulmanes como Ali Jinnah desconfiaban de esta idea. Pensaban que al ser una minoría respecto a los hindúes, éstos no les dejarían gobernar y serían subyugados. Por esto empezaron a pedir la creación de dos naciones, una para hindúes y sikhs y otra para musulmanes (Pakistán). Los Sikhs a su vez, al vivir casi todos en la región de Punjab (al noroeste), temían que si esta provincia iba a los musulmanes ellos serían minoría y sufrirían la misma suerte. Por lo tanto vemos que la religión empezaba a ser un concepto utilizado para justificar la nacionalidad.
El tiempo pasaba y las negociaciones entre británicos y los dos grupos indios no hacían más que fracasar. Cada grupo comenzó a movilizar a “su población” para salir a las calles a pedir su idea de nación, y pronto degeneró todo en caos. Primero en Calcuta y luego en amplias zonas de confluencia, las masacres se sucedieron sin que las tropas británicas hiciesen por evitarlas. Sobre esto hay muchas teorías, desde la incapacidad material hasta el no querer salpicarse en la represión del caos.
En febrero de 1947, los británicos anunciaron que para junio de 1948 se habrían marchado. Pero todavía no había acuerdo. Además decidieron poner a un nuevo virrey, Louis de Mountbatten. Su misión, simple: Llegar a un acuerdo y salir echando leches antes de que el país estallase. Tras arduas negociaciones, aceleradas por la creciente ola de ataques, en junio de 1947 se llegó a un acuerdo: India sería dividida. Pero Mountbatten soltó otra bomba: Los británicos no se irían en 1948, sino en agosto de 1947. Apenas quedaban 2 meses para trazar las nuevas fronteras.
EL PLAN MOUNTBATTEN
Con este nombre ha pasado a la historia una de las mayores chapuzas político-religiosa-fronteriza que el ser humano ha llevado a cabo. En dos meses se debía decidir el futuro de millones de personas. Las cosas no podían salir bien.
La partición en sí era compleja (como el propio país) y pronto hubo dos focos sensibles en las regiones de Punjab en el noroeste y Bengala en el este, ambas con mucha mezcolanza religiosa. Pero esto no frenó el proceso.
El elegido por los británicos para comerse el marrón de trazar las fronteras fue Cyril Radcliffe. Demos unos datos. Cyril llegó a la India el 8 de julio de 1947, no habiendo jamás pisado suelo indio con anterioridad. 36 días más tarde, el 13 de agosto, presentó su informe de partición. Los días 14 y 15 se comunicó que Pakistán e India eran dos países independientes y el 17 su línea se hizo pública y entró en vigor. Demasiada precipitación.
Nacía así el país de Pakistán y de India. Por cierto, en un principio la región de Bengala trazada también fue adjudicada a Pakistán, pero en 1971 se independizó naciendo el país de Bangladesh.
EL ÉXODO
Nada más establecerse la línea surgió una primera pregunta: ¿Qué pasaba con los musulmanes que caían en el lado indio y los indios y sikhs del lado pakistaní?
La respuesta fue un flujo migratorio descontrolado. Ya sea por miedo a permanecer como minoría, por rechazo social o incluso por amenazas, millones de personas (se estima en unos 15) se echaron a los caminos (o a los trenes cuando podían) para cruzar a una zona donde pensaban que se sentirían seguros. Pero la administración dejada por los británicos tras su marcha no estaba preparada para tal masificación. Las ciudades degeneraron en caos, donde sin autoridad las masacres se sucedieron sin control. Pero en los caminos la cosa no fue mejor. El cruce por los caminos entre caravanas de distintos grupos religiosos desembocó en tragedia. Los trenes masificados eran atacados en las estaciones de ciudades de la otra religión y el contador de muerte no hacía más que subir.
Además la falta de asistencia médica, de agua y comida se cobró también su precio en enfermedades y muertes. Los cadáveres se amontonaban por los caminos. Pero hubo un grupo que sufrió más que nadie esta hecatombe: las mujeres. Secuestradas, violadas, desfiguradas, vendidas como esclavas…
Dar cifras es muy complicado y las fuentes varían mucho, pero se estima que entre medio millón y algo más de un millón de personas murieron. A eso hay que sumarle los miles de desaparecidos, los que enfermaron y los que fallecieron posteriormente. Y sobre todo, el daño psicológico de aquellos que sufrieron el exilio porque una mano había trazado una línea que los dejaba fuera. Una injusticia histórica.
LA PARTICIÓN CON EL PASO DEL TIEMPO
Casi 70 años después, la partición se sigue viendo como un drama humano. Fue una decisión pensada para evitar una guerra civil, pero que trajo unos efectos duraderos indeseados.
Generó intolerancia y rechazo en la población de cada “bando” y sobre todo unas pésimas relaciones diplomáticas entre la India y Pakistán. Surgió el problema del conflicto de Cachemira, por cuyo control llegó a haber tres guerras entre ambos países (y también China). Problema que aún hoy en día sigue latente.
Algunos han acusado exclusivamente a Radcliffe y su línea del problema. Pero no olvidemos que tuvo que lidiar con la tarea que le mandaron. El problema yace en la forma general de actuar y gestionar la marcha británica. Las prisas lo precipitaron todo y nos dan una lección del daño que una mala decisión puede provocar en millones de seres humanos. El concepto de una vez que nos vayamos lo que pase ya no será nuestra responsabilidad, se aplicó a la perfección.
En definitiva, es un episodio oscuro de la historia el cual es incluso reconocido por los británicos como un error. Aunque no lo publicitan auto flagelándose como sí haríamos los españoles. Paradojas de la historia, se demostró al final que el enemigo extranjero para India que tanto temían los británicos, fueron ellos mismos.
¡Hasta la semana que viene!
BIBLIOGRAFÍA
Para realizar esta entrada he consultado muchas fuentes, cuyas principales han sido:
- “The day India burned”: Documental de la BBC sobre la partición del país Indio. Muy recomendable (en inglés): https://www.youtube.com/watch?v=0ZS40U5yFpc
- http://sivareddy.in/papers/talks/PartitionofIndia.pdf
- http://www.newyorker.com/magazine/2015/06/29/the-great-divide-books-dalrymple