DESPLAZADOS, REFUGIADOS Y APÁTRIDAS
Saludos una vez más al blog. La entrada que vais a leer a continuación fue la consecuencia de hallar un hecho curioso en una de mis búsquedas por la red. La verdad es que nunca me había planteado hasta qué punto puede valer el tener un pasaporte reconocido. Hoy vamos a intentar responder a la siguiente pregunta: ¿Qué pasaporte tiene un apátrida o un refugiado cuyo país ha dejado de existir? La respuesta: el pasaporte Nansen.
ORÍGENES Y DIFUSIÓN
Antes de entrar de lleno en el tema, demos un par de pinceladas sobre este objeto.
La raíz etimológica de pasaporte la encontramos en el francés, concretamente en la palabra passeport. Como muchos habréis podido observar, se trata de la combinación de dos palabras passer y port.
Passer en francés viene a significar pasar, entendido físicamente como el hecho de desplazarse de un punto a otro atravesando una zona concreta. La segunda parte, port, no está del todo clara, señalándose que puede venir tanto de puerto como de puerta.
Por lo tanto, la palabra pasaporte vendría a significar “Pasar el puerto o pasar una puerta”, algo que apunta directamente al uso que actualmente le damos.
Para buscar el origen del mismo, podemos ir tan atrás en la historia como queramos. Ya en la antigüedad hay ejemplos de documentos, autorizaciones y permisos especiales que permitían el paso entre zonas ya fuera por mar o tierra. Como os podéis imaginar, estos documentos eran escasos y sólo se autorizaban para casos concretos. Ya sea monarcas, emperadores, gobernadores, nobles u otras autoridades, a lo largo de los siglos existieron numerosos ejemplos de salvoconductos que actuaban a modo de pasaporte, pero de nuevo se trataba de casos aislados.
¿Cuándo podemos afirmar que el pasaporte comenzó a ser un documento de masas? Tenemos dos grandes periodos. El primero en el siglo XIX con la revolución industrial y el auge y expansión del ferrocarril. Este nuevo medio de transporte favoreció los desplazamientos a grandes distancias, implicando ello el paso de zonas fronterizas. La búsqueda de agilizar estos pasos llevó por un lado a buscar la creación de un documento estandarizado y reconocido y por otro a simplificar los trámites fronterizos. Un ejemplo de lo segundo lo tenemos con la unión aduanera alemana (Zollverein). A la par de estos hechos, el pasaporte fue ganando peso en Europa, destacando Rusia y el Imperio Otomano.
Pero el segundo periodo de expansión lo tenemos en el siglo XX, cuando el pasaporte ganó un peso fundamental. El periodo conocido como paz armada y la primera guerra mundial fueron hechos que se tradujeron en un mayor control fronterizo. Con el fin de evitar espías y controlar la inmigración, se expidieron multitud de pasaportes.
Resulta llamativo que los primeros modelos careciesen de fotografía (algo que asumimos hoy) e incluyesen una descripción más o menos detallada del individuo. Según he podido leer en internet, parte de estas descripciones hoy serían perfectamente consideradas racistas o cuando menos despectivas. Respecto a la fotografía, no se le añadió hasta el auge de la técnica a lo largo del siglo XX.
Pero vayamos ya al tema central de la entrada. ¿Qué ocurrió con aquellas personas que procedían de países que dejaron de existir tras la primera guerra mundial? ¿Cómo pudieron identificarse los desplazados, ex prisioneros y en definitiva los refugiados del conflicto? Y aquí es donde entra en escena un noruego.
FRIDTJOF NANSEN: NORUEGO AVENTURERO Y HUMANITARIO
Pasemos a conocer a nuestro protagonista, Fridtjof Nansen, un gran aventurero que pululó por el final del siglo XIX y principio del XX. Su vida estuvo marcada por multitud de profesiones y actividades, siendo explorador, científico, diplomático e incluso ganador de un premio Nobel.
Por dar algunas pinceladas de su vida, señalar que dirigió una expedición que cruzó Groenlandia en esquís, siendo sus escritos muy influyentes para posteriores expediciones árticas y antárticas. Posteriormente se dedicó a la oceanografía (ciencia que estudia los mares y océanos, sus fenómenos y flora y fauna), desarrollando nuevos equipos para tal fin. Más tarde, invirtió sus esfuerzos en la independencia de Noruega del reino sueco, hecho que ocurrió en 1905. Pero su actividad principal, la cual le trae hoy aquí vino tras la primera guerra mundial, tras recibir diversos encargos de la nueva oficina de refugiados de la Sociedad de Naciones, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de la época. Su tarea, dentro del Alto Comisionado para los Refugiados, no era tarea fácil.
Europa había sido destrozada políticamente, habiendo millones de desplazados y refugiados. Os animo a que busquéis un mapa de antes y después del conflicto para observar la inmensa transformación europea.
Respecto a los refugiados, había que desplazarlos a su lugar de origen y esto no era tarea fácil. En un primer momento se intentaron utilizar los registros existentes para otorgar la nacionalidad dentro de los estados recién creados y también para poder absorber los emigrados de la guerra civil rusa. Pero estas acciones pronto se vieron desbordadas.
Así que en 1920, la Sociedad de Naciones le encargó a Nansen la repatriación de prisioneros de guerra, hecho que le permitió tomar contacto con la situación (se dice que consiguió repatriar a casi medio millón de personas procedentes de más de 30 países). A la par que lidiaba con la dura tarea, se dio cuenta de que uno de los problemas principales era la falta de un documento de carácter oficial que permitiese agilizar el proceso de repatriación.
Siguiendo con los hechos, pronto el foco de sus acciones se enfocó hacia Rusia, pues la terrible guerra civil estaba provocando una masiva llegada de refugiados. Asunto que degeneró por cierto al revocar Lenin, en 1921, la nacionalidad rusa a todos los expatriados. La situación era crítica, pues fueron muchos los países que no querían a estos refugiados, acabando hacinados en unas condiciones lamentables. Y no podían cruzar las fronteras debido a la falta de documentos de viaje para ello.
Tras multitud de entrevistas con los mismos y acciones a través de la Sociedad de Naciones, Nansen decidió que un primer paso debía de ser la creación de una cédula, certificado o prueba de identidad internacional, que amparada por la Sociedad de Naciones, fuese reconocida por los diversos estados. Nacían así los pasaportes Nansen.
EL PASAPORTE NANSEN
El documento, consistía básicamente en una descripción de la persona con sus datos personales, generalmente acompañados de una fotografía. Como os podéis imaginar, su valor internacional venía del hecho de que estaba aprobado y respaldado por la Sociedad de Naciones, razón que permitió que fuese reconocido en más de 50 países y que se expidiesen unos 450.000 hasta los años 40.
Este pasaporte autorizó el viaje y la circulación de refugiados a través de las fronteras, dando un status internacional a los apátridas en su objetivo de volver a sus zonas de origen. Lógicamente, Rusia siguió siendo un problema, pero se intentó en la medida de lo posible distribuir a los refugiados para evitar su hacinamiento. Pero quizás lo más llamativo del pasaporte no fue que permitiera desatrancar una situación internacional compleja en Rusia, sino que se exportó a otros conflictos donde los refugiados eran los protagonistas.
Así, en 1922 Nansen fue enviado a Estambul para gestionar los refugiados tras el conflicto greco-turco de 1919-1922. La tarea era de nuevo compleja haber miles de refugiados de cada “bando” en el territorio. Pero gracias a su pasaporte, pudo crear un sistema de intercambio por el cual hubo desplazamiento de refugiados en ambos sentidos lo que aunque fue un drama, evitó multitud de problemas étnicos.
Por toda su labor humanitaria, en 1922 se le concedió el Nobel de la Paz señalando el mismo que se le otorgaba por “Su trabajo para la repatriación de los prisioneros de guerra, su trabajo con los refugiados rusos, su trabajo para socorrer a los millones de rusos afectados por el hambre, y finalmente su trabajo actual para los refugiados en Asia Menor y Tracia”
Pero su labor no acabó ahí, ya que a partir de 1925 decidió dedicar su tiempo a los refugiados armenios, víctimas del conocido y polémico genocidio armenio de la primera guerra mundial. Pese a sus esfuerzos en este caso, el plan acabó fracasando por falta de financiación.
Siguiendo con el recorrido, hay que señalar que a su muerte en 1930, se creó la Oficina Internacional Nansen para los Refugiados a modo de organismo de la Sociedad de Naciones. La misma duraría hasta 1938, año en el que le otorgaron el Nobel de la Paz.
¿Curioso cuanto menos eh? Pero sigamos que el legado de Nansen no acabó en el siglo XX.
NANSEN Y EL SIGLO XXI
El drama de los refugiados pese a ser noticia en los últimos años, ha sido un hecho que ha ocurrido a lo largo de los siglos.
Poco puedo aportar más que no se haya dicho ya sobre la crisis siria y la afluencia de inmigrantes a Europa buscando un presente y futuro mejor. Sin entrar en consideraciones políticas, señalar que en 2012 Suiza y Noruega lanzaron la Iniciativa Nansen con el fin de “crear consenso entre los Estados acerca de la mejor manera de abordar los desplazamientos entre fronteras en el contexto de los desastres repentinos y de evolución lenta.” Se trata en el fondo de un sistema para gestionar de un modo eficaz desastres que impliquen la aparición de refugiados.
Independientemente de que la iniciativa triunfe o no, no deja de ser un ejemplo de que el legado de Fridtjof Nansen sigue muy presente un siglo después de sus acciones.
Y ya para acabar, señalar que existen los premios Nansen, los cuales, gestionados por el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU (UNHCR) es entregado anualmente desde 1954 a un individuo, grupo, u organización, en reconocimiento de su excepcional servicio a la causa de los refugiados, desplazados o apátridas. Tras chequear la lista de agraciados, he de decir que el único español que lo ha recibido fue el rey emérito Juan Carlos I en 1987, por su apoyo dado a la causa palestina y como homenaje al pueblo español por su espíritu humanitario.
¡Nos vemos la semana que viene!