LAS «LOCURAS» DEL BARON MÜNCHAUSEN
La historia está repleta de figuras que destacaron por salirse de lo común, tanto para bien como para mal. Y es muy posiblemente este detalle la razón de que pasen a la posteridad.
Hoy esta entrada va sobre uno de ellos. El protagonista encaja a la perfección en la categoría de personas excéntricas si bien ha de observarse que muy posiblemente sus hechos hayan sido magnificados por la leyenda. Sus historias disparatadas han inspirado libros y películas e incluso tiene el “honor” de poseer una enfermedad con su nombre.
UN BARÓN MUY ESPECIAL
Karl Friedrich Hieronymus (Carlos Federico Jerónimo para los amigos), o mejor como pasará a la posteridad, Barón de Münchausen, nació en uno de los tantos estados alemanes que poblaban la geografía europea en 1720, concretamente el electorado de Brunswick-Luneburgo, también conocido como Electorado de Hannover (el llevar la coletilla de electorado delante le confería a ese estado el honor de tener voto en la elección del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico). Venía de noble familia, los Münchausen, los cuales tenían un poder apreciable en el devenir del electorado.
La primera referencia encontrada en relación a sus devenires, la tenemos con apenas 13 años, cuando en calidad de paje del duque Antonio Ulrico II of Brunswick-Lüneburgo, noble cuya importancia en Rusia fue tan apreciable como raro su apellido. Siguiendo una tradición muy común entre la nobleza, la familia de Antonio Ulrico había planeado su matrimonio con la duquesa Ana Leopóldovna de Mecklenburg-Schwerin, nieta del zar ruso Iván V, lo que provocó que emigrase en 1733 al país de las estepas y que se llevase consigo a nuestro Münchausen. Comenzaba aquí un periplo curioso que marcaría la vida del barón.
En 1735 se declaró una guerra entre la Rusia zarista y el Imperio Otomano en la cual Münchausen hizo sus primeros pinitos bélicos. Los rusos buscaban un acceso al mar Negro y pese a diversas victorias en el campo de batalla, la guerra acabó cuatro años más tarde teniendo como resultado unas escasas ganancias oscurecidas por un elevado coste económico y de vidas. Por sus acciones militares, nuestro protagonista fue ascendido a corneta en un regimiento de caballería ruso, los Coraceros de Brunswick.
Pero lo que prometía ser una fácil carrera militar se vio algo comprometida cuando su valedor, Antonio Ulrico cayó en desgracia en la corte zarista. Supuestamente se corrió el rumor de que éste y su esposa Ana con diversos apoyos iban a huir del país, provocando el apresamiento de ambos. Una posterior sublevación los privó totalmente de sus apoyos y acabaron sus días en una prisión. Estos difíciles acontecimientos no pasaron desapercibidos para Münchausen, pero parece ser que nunca se vio envuelto en ellos y que su profesionalidad militar hizo alejar cualquier duda sobre él.
De este modo pudo continuar su carrera militar en el ejército ruso, pasando los siguientes años entre campañas esporádicas contra los turcos y ascensos militares (en 1740 a teniente y en 1750 a Rittmeister, una especie de capitán). Pero sus días como militar estaban contados y en 1760 aprovechó la oportunidad para retirarse y volver a Alemania a gestionar sus dominios.
Hasta aquí uno puede pensar que sus primeros 40 años de vida no son muy destacables y que fácilmente podría haber cientos de casos como él. Pero la parte interesante y que lo ha hecho llegar hasta nosotros comienza a partir de aquí.
A su vuelta disfrutó de las diversas fiestas aristocráticas de la época, en las que pronto se ganó una reputación de fanfarrón y fantasma por contar una serie de historias exageradas asegurando que le habían ocurrido durante su estancia en Rusia. En ocasiones, estas exageraciones a pesar de ser muy inverosímiles causaban fascinación entre sus oyentes, buscando algunos el reunirse con él sólo para escucharlas. Todo esto le creó un aura especial que aumentaba su popularidad brindándole una atención desmedida. Sus seguidores más racionales aseguraban que no era a sus historias a lo que había que prestar atención, sino al hecho de que era capaz de ver la magnificencia en cada hecho de su vida, provocando que supiese disfrutar de cada momento sacándole el máximo partido. Y ojo, que esta moraleja es muy interesante.
Pero ya sea por la envidia de su popularidad o para poner cordura a sus anécdotas, surgieron escritores que dedicaron sus esfuerzos en ridiculizar al barón, deformando sus historias hasta el punto de hacerlas infinitamente ridículas. Aunque esto le desagradó, siguió narrando sus hechos. La combinación de sus anécdotas, más las exageraciones de escritores contrarios y el boca a boca popular, provocaron que aún hoy en día sea muy difícil diferenciar qué dijo el barón y que fue pura invención de otras personas.
Pero a pesar de las mofas fue curioso comprobar cómo supuestamente fuentes de la época aseguran que gozaba de un respeto y honorabilidad como hombre de negocios, algo que quedaba muy por encima de sus exageraciones. Es curiosa esta particularidad, porque por ejemplo también la vemos en el famosísimo Marco Polo, al cual un halo de mentira acompañó su existencia hasta incluso su muerte.
A pesar de todo, sus últimos años de vida no fueron muy alegres. Su primera esposa falleció en 1794 y con la segunda tuvo problemas que desembocaron en un divorcio y acciones legales que al final acabaron llevándolo a la tumba en 1797. Se apagaba así una vida llena de aventuras, las que vivió y las que ideó en su cabeza.
LAS EXAGERACIONES DEL BARÓN
Pero claro, no podía dedicarle una entrada al barón sin pararme a narrar algunas de sus exageraciones que le hicieron famoso. Y os aseguro que si algunas son capaces de sorprendernos hoy en día, imaginad en aquella época.
De todos modos quiero hacer una importante llamada de atención. Muchas de estas anécdotas han llegado a nosotros a través de escritos y del boca a boca, con el gran poder de deformación que eso conlleva, siendo en casos difícil determinar al 100% si fueron así descritas por él. Pero merece la pena al menos nombrarlas.
- La más famosa sin duda es la de la bala de cañón. En un asedio ruso a una fortaleza turca, viendo los lentos progresos, Münchausen se situó junto a un cañón y en el momento de su disparo saltó sobre la bala y fue volando sobre ella. En el aire, al percatarse de que una vez dentro de la fortaleza al ser el sólo podría caer prisionero y ser ejecutado, aprovechó una bala de cañón disparada desde la fortaleza para saltar sobre ella y tras agarrarse pudo volver a su punto de partida. Creo que esta anécdota sólo es superada por las promesas de algunos políticos en elecciones.
- Los caballos tuvieron mucho protagonismo también en sus anécdotas. Desde atravesar una diligencia transversalmente a través de sus ventanas de un salto con el caballo, a bucear montado en él, o a cabalgar sobre un caballo cortado por la mitad (el cual al beber agua le salía por detrás inmediatamente y al que arregló con ramas de laurel). En otra ocasión llegó a un pueblo que había sido enterrado por una gran nevada y situó al caballo junto a un poste. A la mañana siguiente cuando la nieve se hubo derretido se dio cuenta de que había atado el caballo en lo alto del campanario de una iglesia.
- Otra muy curiosa la encontramos cuando por diversos avatares cayó en una ciénaga, donde empezó a hundirse. A pesar de lo complicada de su situación, llegó a la conclusión de que podría salvarse si empezaba a tirar de su coleta. Y parece ser que su fuerza sumada a su ingenio provocaron que ésta idea fuera un completo éxito.
- Por tal de citar otras, viajó a la Luna, al Infierno, voló junto a una bandada de patos agarrado a una cuerda que colgaba de uno de ellos, fue engullido por una ballena y sobrevivió en su estómago, mató a un oso y se cubrió con su piel para engañar a otros osos y luchó contra un cocodrilo gigante.
Existen muchas más del estilo, pero sin duda éstas son las más famosas.
UN SÍNDROME INDIGNO DEL BARÓN
La enorme leyenda existente alrededor del barón no ha pasado desapercibida en la ciencia y ha provocado que se haya diagnosticado un síndrome al que se le ha puesto su nombre.
El «Síndrome de Münchausen» es una alteración psicológica en la que el paciente finge los síntomas de diversas enfermedades (o incluso se las provoca), para recibir así la atención y simpatía de los demás. Es decir, con tal de justificar que uno está enfermo, se inventa los síntomas, lo que en el argot popular viene a ser conocido como “tener mucho cuento”.
Si uno analiza el síndrome, pronto llega a la conclusión de que no es apropiado para el barón, pues él creía los hechos que narraba y no le importaba si el resto de la gente lo hacía. Puede que le gustase la popularidad y la atención consecuencia de ello, pero en ningún momento justificó una enfermedad para causar pena o generar simpatías en las personas que le brindaban atención.
EL BARÓN EN LOS LIBROS Y EN LA GRAN PANTALLA
Por último, voy a hacer un brevísimo repaso por algunas obras que se han inspirado en el barón y de las que recomiendo al menos su película, que es entretenida.
En época del mismo barón fueron escritos dos libros, uno bajo firma de Rudolf Erich Raspe (1785) y otro por Gottfried August Bürger (1786). Ambas novelas satirizaban y exageraban a Münchausen y gozaron de mucha popularidad, la primera en el mundo anglosajón y la segunda en Alemania. En aquella época los libros de aventuras empezaban a gozar de popularidad entre las clases altas y éstos no fueron una excepción. Pero a cada libro o interpretación se añadían notas del folclore popular, lo que como ya he mencionado varias veces, deformaba la realidad.
De las múltiples películas que lo han retratado (6 en total), la más famosa es la versión de 1988, rodada en España bajo firma estadounidense. No es la mejor película de la historia, pero es lo suficientemente entretenida para verla (link imdb)
Por último mencionar que existe un juego de rol basado en la figura del barón (juego de rol)
¡Hasta la semana que viene!