Dentro de nuestra cabeza tenemos un cerebro apasionante. Numerosos especialistas han dedicado sus vidas a estudiarlo, a descubrir sus secretos y gracias a ellos mucho se ha llegado a conocer. Pero seríamos ilusos si considerásemos que lo hemos develado todo. Aún quedan muchos misterios por descubrir.
Hoy me propongo hablaros de las ilusiones ópticas y como nuestro cerebro nos engaña en determinadas ocasiones. Es muy curioso como hay situaciones que llevan a nuestra percepción al límite, empezando a ver cosas que las tomamos por 100% ciertas, pero que si uno las enfoca de otro modo se da rápidamente cuenta de que estaba siendo engañado. Todo esto nos lleva a preguntarnos, ¿cómo trabaja nuestro cerebro? ¿Cuáles son sus límites? Os dejo con una entrada curiosa y que estoy seguro que os sorprenderá y os hará reflexionar. ¡Qué la disfrutéis!
¿SE MUEVEN?
Para el siguiente grupo de imágenes, me gustaría que os paraseis un rato a mirarlas y a detectar si le veis alguna peculiaridad. Con peculiaridad me refiero concretamente al dinamismo de las mismas. Empezad a recorrerlas con la mirada e id parándoos en puntos concretos. ¿Qué notáis?
Es muy posible que tras un rato observándolas, hayáis visto que las fotos se mueven. ¿Pero lo hacen realmente? Buena pregunta. La respuesta no os dejará indiferentes.
No, en la imagen no hay ningún tipo de movimiento. Éste es creado artificialmente por nuestro cerebro. ¿Pero por qué?
Para hallar la respuesta tenemos que saber que el mismo intenta codificar y adaptar lo que percibe para devolvernos una respuesta que concuerde con unos patrones que guardan relación con la experiencia. Nuestra retina capta la información de la imagen (colores, formas y bordes) y como percibe un cierto “caos”, intenta adaptarlo a algo que nos resulte conocido. Es decir, nuestro cerebro interpreta que esa disposición y combinación de formas sólo es posible si existe movimiento, enviándonos de vuelta a nosotros la información con este pequeño detalle asociado. Por lo tanto hemos de darnos cuenta de un punto fundamental:
No podemos fiarnos al 100% de nuestro cerebro, aunque él haga este truco para en el fondo ayudarnos. Es una especie de mecanismo de protección cognitivo-adaptativo, que aunque puede ser útil a la hora de interpretar la realidad, lo hace de un modo artificial y erróneo.
¿CIEGOS POR EL MOVIMIENTO?
En este apartado voy a poneros una serie de ejemplos que demuestran lo conocido como “Ceguera inducida por el movimiento”. Os pongo en sobre aviso:
En las dos imágenes que os voy a presentar, va a haber la combinación de elementos en movimiento con otros estáticos. Vamos a llevar al cerebro a otro de sus límites para obligarlo a que “adapte” lo percibido y nos devuelva un resultado totalmente distinto. En cada ejemplo os explico lo que debéis hacer:
En este caso observamos unos círculos que van parpadeando en el sentido de las agujas del reloj. ¿Dónde está el efecto curioso? Fijad vuestra mirada en el eje central en forma de + y tras un rato algo le pasará a los círculos que parpadean. ¿No eran morados? Ahora resulta que son verdes…
Esta otra imagen animada requiere que fijéis vuestra vista en lo que podría ser el centro del triángulo definido al unir imaginariamente los puntos amarillos (actuando éstos como vértices del mismo). Una vez fijada la vista, intentad que vuestros ojos aún estando fijos intenten captar el movimiento de los puntos azules que se mueven. Pero… ¿qué diablos ha pasado con los puntos amarillos? ¿Qué clase de brujería es esta jaja?
¿Por qué ocurre este fenómeno? Parece ser que ante situaciones donde predominan varios estímulos, nuestro cerebro prioriza dándole más peso al que considera como dominante. Y este mayor peso otorgado se traduce en simplificar u obviar datos del resto de estímulos (colores que son percibidos distintos, elementos que desaparecen…). Y lo más curioso es que parece ser que esto nos pasa en nuestra vida diaria cuando aunque estemos mirando algo no percibimos detalles significativos.
DADME UN PUNTO DE APOYO… Y MOVERÉ LA FOTO
Si las anteriores ilusiones os sorprendieron, he de señalar que las siguientes aunque no son tan espectaculares, sí que son muy curiosas.
De todas las escogidas, la gran mayoría se basan en una peculiaridad: El punto desde el cual hacemos a nuestro cerebro interpretar la imagen. Esto está muy relacionado con las primeras ilusiones ópticas que expliqué en la entrada. A partir de este punto fijo y ante lo difuso de lo interpretable de la imagen, nuestro cerebro vuelve a adaptarnos y presentarnos de un modo concreto la solución. Y es muy curioso el efecto, pues si intentamos buscar la otra posibilidad de interpretación, hay una especie de resistencia del mismo a cambiar. Todo esto nos vuelve a indicar que aunque creamos que somos nosotros los que interpretamos la realidad, es nuestro cerebro el que nos manda la orden y el que por lo tanto nos guía en la forma de interpretar lo que nos rodea.
No dejan de sorprenderme estas cosas, por muy simple que pensemos que puedan ser. Os añado otros ejemplos, que aunque no se traten de exactamente lo mismo ambos poseen peculiaridades sorprendentes.
Respecto al ejemplo de las líneas, con una regla o poniendo las manos verticalmente donde ambas acaban se obtiene fácilmente la respuesta.
3 DIMENSIONES EN SÓLO 2
Para terminar con la entrada, me gustaría comentar otro tipo de ilusiones que son muy llamativas. Se tratan de aquellas que jugando con la perspectiva hacen que nuestro cerebro las perciba en 3 dimensiones cuando realmente sólo están plasmadas en dos (o mediante la combinación de imágenes en dos dimensiones).
¿Por qué? Si habéis leído la entrada con detenimiento, en este punto sabréis que nuestro cerebro es un experto en procesar datos y en dar una respuesta definida (otra cosa bien distinta es que ésta se corresponda con la realidad). Es muy posible que os cueste ver lo que pasa realmente en las siguientes fotos, pero una vez descubierto seguro que os echáis unas risas. Las sombras aquí juegan un papel esencial.
CONCLUSIÓN
He querido hacer algo más corta esta entrada porque es todo un desafío para la vista. Muy posiblemente después de leerla necesitéis aclararos un poco los ojos y desconectar, pues hemos puesto a nuestro cerebro a trabajar a mayor rendimiento para dar respuesta a las situaciones “límite” que le hemos presentado. El objetivo final no es haceros dudar del mismo cerebro, sino haceros notar que éste, aunque intente ayudarnos, no siempre es tan efectivo como en un principio podemos pensar.
¡Hasta la semana que viene!