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LA TROMPETA DE JERICÓ

¡Un billete a la Luna, por favor!

EL COMBUSTIBLE DEL FUTURO, ¿EN LA LUNA?

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    La Luna,  lleva «adosada» al planeta Tierra una cantidad de tiempo que se estima en más de 4500 millones de años. Y sin duda, ha sido y es un tema atractivo para el ser humano. Participa en eclipses, regula las mareas oceánicas, e influye en los ritmos fisiológicos durante el sueño de las personas. Además da nombre a un día de la semana, el lunes. La llegada del hombre a la misma, conspiraciones aparte, causó un gran revuelo en la sociedad de la época.  Llegase o no a ella el ser humano, existe en la actualidad un importante motivo para volver a ella. Pero antes veamos algunos motivos que provocaron el interés en orbitar y llegar a este satélite.

    RAZONES PARA IR A LA LUNA

    El primer motivo histórico se basó en el prestigio internacional de ser la primera nación en llegar a la luna. Este prestigio, habría que diferenciarlo entre llegada tripulada y no tripulada. La primera misión espacial que tocó “tierra” en el satélite correspondió a la Unión Soviética quien en 1959 vio como su sonda “Lunik 2” (foto) se estrellaba en el suelo rocoso lunar (la primera que llegó y alunizó sin estrellarse fue en 1966 y se llamaba Lunik 13). Tres años más tarde, oficialmente los Estados Unidos consiguieron desembarcar dos astronautas en la luna, un hecho propagandístico sin igual en la época.

    Lunik 2
    Lunik 2

    Los siguientes motivos, aunque inicialmente pasaron a un segundo plano debido al golpe propagandístico, son que los múltiples programas espaciales buscaban conocer más datos  del satélite, la presencia de vida en el mismo o la capacidad de albergar vida humana. Y como uno de los factores básicos para albergar vida es la presencia de agua, miles de millones de dólares fueron invertidos en conocer si había presencia de agua (fuese en el estado que fuese). Y con este fin, muchas sondas de origen estadounidense, ruso, europeo e incluso indio, chino y japonés fueron lanzadas para orbitar alrededor del satélite y en algunos casos para lanzar robots que recorriesen su superficie. Y este proceso cristalizó en 2009, cuando la NASA anunció que había hallado agua. Automáticamente surgieron diversas teorías sobre si albergaba vida (aunque sea en forma de microorganismos) y se pensaron proyectos para su colonización.

    Por cierto, respecto a la colonización de la luna quiero señalar varias cosas. Oficialmente la exploración está abierta a cualquier país que pueda realizarla, pero cuyos fines sean pacíficos, aunque conociendo al ser humano, en el caso de que varios países la colonizasen no tardarían en aparecer tensiones que pudiesen provocar sucesos de peligrosas consecuencias.

    Como anécdota graciosa, en 1953 un abogado chileno compró los derechos de la luna por la cantidad de 42000 pesos chilenos de la época (foto). Tras aprobarse su solicitud se hizo constar que era el dueño del satélite, dándose la anécdota graciosa (no confirmada) de que el presidente Richard Nixon tuvo que pedirle permiso por escrito para poder alunizar allí. Posteriormente diversos tratados de la ONU prohibieron la compraventa de objetos de fuera del planeta terrestre, pero eso no quitó que un estadounidense la volviese a comprar para dedicarse a especular con su suelo vendiendo parcelas lunares (la especulación humana llega a límites insospechados).

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    El hombre que compró los derechos de la Luna

    HELIO-3

    Pero volvamos al presente y a la razón que está motivando un nuevo interés en colonizar el satélite. Y está razón es un isótopo ligero. Este isótopo, el Helio-3, puede revolucionar la obtención de energía a partir de procesos nucleares. Actualmente todas las centrales nucleares en servicio realizan el proceso de fisión nuclear para la obtención de energía. La fisión, consiste en separar núcleos de elementos pesados en otros más ligeros despidiéndose otras partículas y energía en el proceso.

    La fusión nuclear, que es el proceso contrario, no se utiliza industrialmente para la producción de energía porque aún no se ha conseguido que el proceso sea rentable y seguro (para provocar la fusión de dos átomos son necesarias altas temperaturas y reactores capaces de soportar impactos). Pero, ¿por qué ese interés en buscar la fusión nuclear, tanto que existe un laboratorio gigante, el ITER, con un presupuesto de más de 10.000 millones de euros y que lleva varios años investigando la fusión?

    La fusión respecto a la fisión requiere de elementos que son más fácilmente hallables en la naturaleza (como hidrógeno), mientras que la fisión requiere uranio y plutonio que además de caros son altamente radioactivos. Además la fisión produce más desechos nucleares de alta radioactividad que la fusión. Total, que a efectos de rentabilidad y contaminación, la fusión es el futuro aunque actualmente no sea rentable.

    Y aquí de nuevo aparece el Helio-3. Este material no requiere de altas temperaturas iniciales como la fusión nuclear general, lo que ya provoca un abaratamiento inicial de su producción. Tan sólo es necesario bombardear el reactor con este isótopo y comenzará una reacción en cadena que producirá energía. Una segunda ventaja que posee este isótopo es que la reacción es casi totalmente limpia, es decir, sin residuos destacables que contaminen el medio ambiente, un factor muy importante a tener en cuenta.

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    Si sumamos todo esto, es lógico que haya un deseo muy grande por utilizar este material. El siguiente paso sería localizar los yacimientos más importantes del mismo y extraerlo. Y es aquí donde viene el problema. Nuestro querido planeta (querido aunque lo tratemos muchas veces horriblemente) alberga unas reservas muy escasas de este material, lo que provoca que no resulte rentable extraerlo. Tras muchas investigaciones, se ha determinado que este tipo de helio está muy presente en el universo y ¡voila! también en la luna. Y es esta la razón la que ha provocado que haya renacido el deseo de llegar y colonizar nuestro pequeño satélite.

    Las reservas de helio-3 en la luna se estiman en un millón de toneladas, cantidad más que suficiente para acabar con el problema energético humano durante varios miles de años (se estiman que varios cientos de toneladas pueden abastecer durante un año a la población mundial, por lo que si hacemos cuentas obtenemos esta milenaria suma de años).

    ¿CÓMO TRAERSE EL HELIO-3?

    Y hasta aquí todo lo bonito. Porque lógicamente surgen varios problemas relacionados con este material. El primero y más lógico es que hay que llegar a la Luna, transportando consigo la maquinaria necesaria para la extracción y almacenamiento del material y posterior viaje de vuelta a nuestro planeta. Este transporte debe de hacerse en condiciones que no dañe a la maquinaria ni que comprometa la capacidad de los contenedores destinados a almacenar el helio-3. Una vez en la Luna, es necesario crear un complejo de bases o “polígonos industriales” para disponer la maquinaria, los equipos, las personas y todo lo necesario para monitorizar y supervisar el proceso de extracción de material.

    Se ha sopesado si realizar todo el proceso sin humanos, controlando éstos todo el proceso desde estaciones espaciales intermedias, o creando colonias en el suelo lunar (lo que conlleva el proceso de buscar un sitio que permita establecer condiciones habitables). Para que todo esto se lleve a cabo debemos esperar un salto tecnológico que permita realizar todo el proceso con seguridad y eficiencia (aún así, se estima que en varias décadas esto podría estar solucionado).

    El segundo problema consiste en la extracción del material. Inicialmente, es importante mediante sondeos detectar aquellas zonas donde la concentración de helio-3 sea mayor. Una vez localizadas, se debe transportar la maquinaria (la superficie lunar es muy irregular y es posible que fuese necesario un robot que realizase algunas pistas para el tránsito de la misma). La maquinaria necesaria puede variar mucho en el tamaño, pero todas deben tener en común la capacidad de discurrir por suelo lunar, realizar su trabajo de forma rápida y precisa y de estar diseñadas para soportar las duras condiciones del satélite. La metodología de trabajo consistiría en remover el suelo lunar, captando el helio-3, procesándolo, transportándolo a los depósitos y almacenándolo para su posterior viaje a la tierra.

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    Viendo los dos principales problemas que conllevaría la obtención del mineral, debemos tener en mente también el coste tan elevado que todo esto supondría, tanto el inicial, como el coste de mantenimiento. Si tras superar la barrera tecnológica, el proceso no resultase rentable, está claro que se desecharía y no se llevaría a cabo a pesar de las mejoras medioambientales que produjese.

    Y para acabar el proceso, una vez el material esté en nuestro planeta, quedaría como última acción la logística necesaria para transportarlo y abastecerlo a las centrales nucleares que estuviesen en activo y que estuviesen preparadas para realizar la fusión de este material. Señalar que resulta casi una broma esta última acción comparada con las anteriores.

    Todo este proceso de obtención, procesamiento y transporte podría llevar algunos meses, pero si tenemos en cuenta una maquinaria trabajando a pleno rendimiento, se podría crear una economía ligada a este isótopo que acabase con el problema energético humano.

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    CONCLUSIÓN

    Mi opinión personal es que ante grandes necesidades humanas, estos tipos de soluciones son bienvenidas ya que provocan innovaciones y el progreso del ser humano. Sobre el material en concreto he de decir que si actualmente muchas energías limpias no se aplican por estar las patentes controladas por las grandes corporaciones energéticas, dudo mucho que si se optase por el helio-3 la cosa cambiaría. Surgiría por tanto un mercado de energía nuclear de fusión que acabaría controlado por las personas que ya controlan el mercado energético actual.

    Un saludo y ¡qué os vaya bien la semana!

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