¿EXISTE EL AÑO CERO? ¿A QUIÉN DEBEMOS EL CALENDARIO GREGORIANO?
La entrada de esta semana viene a ser la continuación directa de aquellas escritas hace unos meses y cuyo tema central eran los calendarios y su división del tiempo. En las dos anteriores (las cuales recomiendo su lectura y que las encontraréis al final), se analizó el calendario occidental hasta el calendario establecido por Julio César (o Juliano) y se detallaron el origen del nombre de los meses, días de la semana e incluso las duraciones de la mismas y los días.
Partiendo de esa base, me gustaría enfocar esta entrada a la definición del “Año 0” o punto de inicio de algunos calendarios y a explicar el nacimiento y difusión del calendario Gregoriano, de actual uso en gran parte del planeta.
¿EXISTE EL AÑO 0?
En todos los calendarios del planeta existe una fecha que es utilizada para marcar un hito en su cronología y a partir de la cual los años toman valores positivos o negativos según se mire antes o después.
Pero hay un detalle que generalmente es poco conocido y que viene a mostrar una particularidad del pasado. El calendario occidental actual no tiene año 0, es decir, pasamos del 1 a.C. al 1 d.C. (del 31 de diciembre del 1 a.C al 1 de enero del 1 d.C). ¿Por qué? Para responder a esta pregunta debemos remontarnos muchos años atrás y mirar al número 0.
Este número tan esencial en nuestra cultura no fue utilizado en occidente hasta alrededor del siglo XII, cuando al matemático italiano Fibonacci se le atribuye el honor de haber popularizado en Europa el sistema de numeración indo-arábigo, el cual incluía el 0.
Sí, siglo XII. Pero el origen de este número se remonta a varios milenios atrás aunque no está del todo claro quien tuvo el honor de inventarlo. Se han encontrado símbolos para representar el 0 en la civilización india, babilónica, antiguo Egipto y Grecia y en algunos pueblos Precolombinos, pero en ninguno de ellos llegó a cuajar como en la cultura india y arábiga. Desde esta parte del planeta su difusión fue rápida y motivada principalmente por lo simple de su trazado, su fácil interpretación y lo cómodo que era trabajar con él (sobre todo en temas de contabilidad).
¿Y cómo llegó a Europa? La respuesta la tenemos en las nuevas rutas comerciales, pues provocaron el choque de culturas y que este concepto fuese “transportado” por los marinos comerciantes italianos.
Volviendo a Fibonacci (muy famoso por su sucesión numérica), es muy curioso observar como la facilidad de trabajo con el 0 y el hecho de que viniese de otro confín del mundo fue motivo suficiente para que fuese tildado de mágico o demoniaco por las principales autoridades eclesiásticas (demostrando una visión “cero”).
Y si esta historia del 0 os parece inverosímil, tenemos a los romanos como ejemplo. Para ellos y otros pueblos no existía este número, al menos en su sistema de representación. Por lo tanto al no contar con él (haced la prueba y lo veréis), era una entidad sin valor práctico.
Por lo tanto aunque hoy en día utilicemos este número para hablar de fechas antiguas, no es más que una adaptación del cifrado indo-arábigo, ya que durante siglos los números romanos fueron la principal (y a veces única) forma de representación usada.
A modo de finalización de este apartado quiero añadir algunos de los “años 0” que han sido utilizados a lo largo de la historia y por muy diversas culturas:
Cultura romana: Para los romanos el calendario arrancaba con la fundación de Roma por Rómulo y Remo que en calendario Gregoriano coincide con el 753 a.C. Según la época, lo referenciaban acompañando al número con antes o después de la fundación de Roma.
Cultura cristiana: El hecho central general considerado es el nacimiento de Jesucristo. Para designar ambos periodos existen multitud de palabras según el matiz religioso o no que se le quiera dar:
Antes de Jesucristo (a.C.) – Después de Jesucristo (d.C)
Antes de la Era Común (a.e.c.) – Después de la Era Común (d.C.) (término más científico)
Anno Domini (A.D.) – Parte del latín y equivale a Después de Jesucristo (d.C)
Cultura musulmana: El primer año para los musulmanes, y a partir del cual enlazan todos los eventos históricos corresponde con el año de la Hégira, cuando el profeta musulmán Mahoma tuvo que huir de la Meca a Medina perseguido por sus adversarios. Por hacer una comparación, este año de partida corresponde en el calendario Gregoriano con el 622 d.C. (es decir, cualquier fecha árabe tiene un desfase de 622 años en relación al calendario occidental). Para años anteriores se hace referencia a Antes de la Hégira.
Cultura judía: Su punto de partida comienza con la creación del mundo, el Génesis, de modo que sólo está enfocado hacia adelante al supuestamente no haber habido nada antes de la creación. Por hacer una comparación, la Génesis corresponde con el año Gregoriano 3760 a.C.
Cultura hindú: En el mundo hindú existe una amalgama de tipos de calendarios en uso que podrían provocar el caos de esta entrada. Por esto os dejo un enlace con información al respecto por si os llama la atención: Calendarios indios
Cultura budista: Como su nombre indica, la figura central de este calendario es Buda. Al igual que ocurre con Jesucristo, existe mucha polémica con la fecha exacta de su nacimiento, oscilando las cifras entre el 543 a.C. y el 380 a.C. (ambas Gregorianas). Este desfase provoca que sean necesarios puntos de control de eventos con fecha conocida para realizar la conversión con otros calendarios, aunque a nivel oficial se utiliza el año 543 a.C. como el inicio de la era de Buda (conociéndose las fechas a partir de este hecho como Era budista).
Arqueología: Con el fin de establecer el mismo criterio para la datación de la antigüedad de unos restos mediante radiocarbono, se fijó el año del calendario Gregoriano 1950 como el base para dividir el tiempo en Antes del Presente (AP). Debido al rango de años con el que suele trabajar esta ciencia y a su carácter aproximado, cualquier año posterior a 1950 es considerado como Presente.
EL CALENDARIO GREGORIANO
En anteriores entradas señalé que la reforma del calendario llevada a cabo por Julio César en el 46 a.C. dio como resultado un calendario, el Juliano, el cual es casi idéntico al que actualmente impera en el mundo. Pero aunque se mantuvo sin cambios relevantes durante más de 15 siglos, a finales del siglo XVI d.C. hubo una reforma venida desde el ámbito religioso para adaptar y solucionar algunos errores que arrastraba.
¿A qué errores me refiero? Pues principalmente a los desfases a la hora de determinar el tiempo, lo que provocaba por ejemplo que la celebración de diversos actos litúrgicos no coincidiesen en fecha en lugares distintos y que la fecha de aplicación de muchos edictos papales de importancia llevase a confusión.
Todo esto motivó la aparición de varios estudios los cuales analizaron el problema y propusieron algunos cambios que fueron aprobados definitivamente por el Papa Gregorio XIII en 1582. Nacía así el calendario Gregoriano, el calendario más famoso en la actualidad y de aplicación casi mundial. Entre los cambios principales aplicados se destacan los siguientes:
– La duración del año se cifraba en 365,2425 días, en comparación con la duración del año juliano, el cual duraba 365,25 días (según cálculos la duración adaptada como oficial es de 364,242189 días). Este cambio aunque a simple vista parece una minucia, provoca que haya una diferencia de 1 día cada aproximadamente 133,33 años entre ambos calendarios, es decir 7,5 días cada 1000 años. Repito que puede parecernos poco, pero en la época fue suficiente para buscar una adaptación más precisa. El nuevo calendario respecto a la duración de 364,242189 provoca que haya un desfase de un día cada aproximadamente 3200 años, algo mucho más preciso. A modo de resumen adjunto la siguiente tabla:
– Para el calendario Juliano, había un año bisiesto cada cuatro. El Gregoriano hizo una apreciación, al eliminar de esta regla todos los años divisibles por 100 menos aquellos divisibles por 400. Aunque pueda sonar lioso es bastante simple. Se elige un número y si sus dos últimas cifras son distintas de 0 y a su vez son divisibles por 4 el año será bisiesto. Ahora bien, si sus dos últimas cifras son 0 y el número completo es divisible por 400, entonces también lo será (o no lo será si al ser sus dos últimas cifras 0 no es divisible por 400). Por este método tenemos por ejemplo que el año 2000 si fue bisiesto pero no lo será el 2100,2200 y 2300 (el 2400 si lo será). La razón de esta particularidad es buscar un ajuste de días contra el desfase de considerar un año normal como de 365 días (sin tener en cuenta las casi 6 horas de más que lo forman). El día extra seguía fijándose al final de febrero.
– Ya sea por la aceptación del sistema de división Juliano, o para evitar cambios que llevasen a complejidades o caos excesivo, los meses y su duración no fueron alterados respecto al Juliano, por lo éstos que llevan más de dos milenios en activo.
– Pero la particularidad más curiosa en mi opinión y que estoy seguro que trajo un caos en la época debido a la lentitud de las comunicaciones, fue la implantación de este calendario, pues fue preciso una compensación directa. ¿Y cómo se hizo? Veamos algunos ejemplos:
– En España, Portugal e Italia del día 4/10/1582 se pasó al 15/10/1582 (11 días de adaptación que realmente nunca tuvieron lugar). Estos países fueron los pioneros y Europa y el resto del mundo “Gregoriano” se fue adaptando poco a poco. El último caso lo hallamos en Grecia, país que pasó del 15/02/1923 al 01/03/1923 (al haber pasado más periodo de tiempo la compensación fue lógicamente mayor).
– Este desfase puede observarse en las diferencias religiosas entre católicos y ortodoxos, pues ambos celebran la pascua en fechas distintas (los católicos la inician el 25 de Diciembre y los ortodoxos el 7 de Enero, valor que equivaldría al 25 de Diciembre de un calendario Juliano).
– Otra curiosidad que no me resisto a contar (más bien es una fricada) la tenemos en la muerte de dos grandes literatos de la historia mundial como lo son Shakespeare y Cervantes. Se dice que ambos murieron el mismo día, lo que es verdad en dos calendarios distintos pero mentira en el mismo periodo de tiempo. Debido al desfase inducido en el calendario gregoriano, Shakespeare murió el día 3 de mayo de 1616 (según el calendario Juliano el 23 de Abril, ya que los ingleses no se pasaron al Gregoriano hasta 1717). Cervantes en cambio sí murió el día 23 de Abril para el calendario Gregoriano.
Para finalizar, querría destacar de nuevo la enorme importancia de este calendario a nivel mundial. Si bien el calendario persa le gana en precisión (1 día de desfase cada 3.5 millones de años), la concepción europeo-céntrica e histórica de gran parte del mundo provocó su expansión y éxito. Así que una firma papal ligada a una bula han provocado que el calendario actual llevé su nombre y que éste controle las vidas de millones de seres humanos.
¡Hasta la semana que viene!
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